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Los trabajos de Persiles y Sigismunda. Miguel de Cervantes. IV centenario de la publicación de su ob

Recomendamos la lectura de esta obra póstuma de Miguel de Cervantes escrita en plena madurez que, sin poder revisarla al final de su vida, fue publicada por su esposa en 1617. La edición que manejamos es la de la Biblioteca Clásica Castalia, editorial Castalia, Madrid, 2001, a cargo del gran cervantista, Juan Bautista Avalle-Arce, cuya lúcida introducción resumo en sus aspectos filosóficos, estéticos y éticos propios del enfoque de nuestro proyecto. Los trabajos de Persiles y Sigismunda. Historia Setentrional, esta historia se refiere al espacio narrativo de la novela que comienza en los países del Norte, en Noruega (un país que en el Siglo de Oro era un símbolo de la oscuridad) y, tras un largo peregrinaje de los protagonistas, más en mar que en tierra, acaba en la ciudad eterna: Roma.

Portada de la obra Museo Municipal de Madrid.
Portada de la obra Biblioteca Nacional de España.















Para Avalle-Arce: "Los tres reinados que le tocó vivir a Cervantes, Carlos V (1516-1556), Felipe II (1556-1598), y Felipe III (1598-1621) constituyen un increíble barajar de grandezas y miserias, de glorias y menoscabos... La España de Cervantes es la España de la decadencia material y la grandeza artística". Tras un repaso a su biografía, habla de la Galatea como novela experimental y dice que fue importante para Cervantes:"la búsqueda de una posible conjunción de lo que la estética de la época llamaba la Historia y Poesía. La cuestión era el más serio problema de teoría literaria a que se abocó el Renacimiento, y sus consecuencias serían inmensas, ya que Historia y Poesía se corresponden, mutatis mutandis, a nuestros sobados términos realismo e idealismo". Avalle-Arce pone el dedo en la llaga filosófica de la modernidad, cuyo bálsamo de curación será el raciovitalismo de Ortega y Gasset de Meditaciones del Quijote, su primer intento de superación del realismo e idealismo. A renglón seguido Avalle-Arce señala la aportación de Cervantes a la cuestión fundamental de la estética literaria: "Porque en 1605 apareció la respuesta de validez universal al problema de la conjunción de Historia y Poesía: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha".


Tras repasar las teorías literarias sobre la fecha de la creación de la obra, Avalle-Arce se inclina por el comienzo de la redacción del Persiles hacia 1599-1600, al hablar Cervantes de la Historia natural de Plinio, y manejar una traducción española y no el original latino. Está de acuerdo con la teoría de Rafael Lapesa, según la cual: "El novelista establece así una cadena de continuidad e intensificación temáticas entre Persiles (libros I-II), Española Inglesa y Persiles (III-IV). En el gozne de la novela ejemplar se articulan, por ejemplo, la acentuación del tema religioso, y su concomitante, el perfeccionamiento espiritual, tan notables en la segunda mitad del Persiles(...) Debido a estas características se puede decir que La española inglesa es una miniatura del Persiles". Por otro lado, para Avalle-Arce: "Una diferencia tan tajante entre las dos mitades del Persiles se explica perfectamente bien, dentro de mi tesis, porque entre esas dos mitades se interpone la mole inmensa del Quijote. Y es bien sabido que en el Quijote el papel del autor (o autores, mejor dicho) es de capital importancia para comprender y apreciar la estructura y el sentido de este nuevo tipo de novela que está creando Cervantes".


Avalle-Arce destaca un aspecto filosófico de la obra (sin merma de su naturaleza literaria): "La cadena del ser era una metáfora tradicional para expresar la plenitud, el orden y la unidad de la creación divina. Se trata de un presupuesto metafísico que orientó al hombre occidental, al buscar su puesto en el universo, desde el Timeo de Platón hasta el siglo XVIII (...) Así, pues, de lo inanimado se ascendía a lo vegetal, de lo vegetal a lo sensible, y por toda la escala de los animales (de la almeja al león) se llegaba al hombre, para pasar de aquí a las diversas clases de ángeles, que impelían a la contemplación divina. Debe resultar evidente, ademas, que la cadena del ser también se entendía como una escala de perfeccionamiento, por la que se ascendía hasta los píes de Dios".


Lee el original en la biblioteca virtual del Instituto Cervantes, pincha en la imagen:

Texto original de "Los trabajos de Persiles y Sigismunda" de Cervantes. Biblioteca virtual. Instituto Cervantes.

Prosigue Avalle.Arce: "Sin este archi-tradiconal presupuesto metafísico de la cadena y escala ontológicas, el Persiles no podría se ser como es. Vistas las cosas desde este cuadrante, resulta evidente que la novela está concebida por una mente imantada por la cadena del ser. Desde tres puntos de vista se puede comprobar esto.

Primero, considérense los diversos tipos humanos que animan la novela, y el orden general en que aparecen, que es lo que confirma su estructura concatenada: en primer lugar, los bárbaros, tipos humanos ínfimos; próximo eslabón, tipos como Clodio y Rosamunda, llenos de imperfecciones, pero superiores a los bárbaros; Arnaldo está muy por encima de ellos, pero Persiles y Sigismunda son su superior en lo físico y lo moral, pero en lo intelectual caen por debajo de Mauricio y Soldino, quienes, a su vez, son inferiores al Sumo Pontífice, cuyo asiento está en Roma donde termina la novela.

En segundo lugar, (en la escala de perfeccionamiento natural hacia Dios), es lo que presenciamos en casos como los de las ex-bárbaras Cloelia y Riela, o bien el italiano Rutilio, y, desde luego, los paradigmas de esta posibilidad de progresión son los propios Persiles y Sigismunda.

Y por último, hasta la geografía de la novela está ordenada en forma análoga a la cadena del ser. La mítica Isla bárbara (Noruega), donde comienza la novela, desaparece pronto para dar lugar a una Dinamarca o Irlanda de contornos más precisos, pero no exactos. éstos los encontramos al llegar a Portugal, España, Francia e Italia. Y por último, a Roma, "el cielo de la tierra", según se la llama en esta novela".

Noruega, foto de Alejandro Callejas Díaz, 2017.
Roma: "el cielo en la tierra". Foto de Roma, José Mª Callejas, 2013.









"Pero hay otros factores, prosigue Avalle-Arce, de orden explícito, que afectaron profundamente esa concepción (la cadena del ser como supuesto mental del Persiles), y precisamente por su cualidad de explícitos son más fáciles de pesquisar. Dos de ellos consideraré aquí, y son de capital importancia: el bizantinismo de la forma, y el simbolismo de la peregrinación. Son, cabalmente, los dos factores que hacen del Persiles una novela, y no un tratado de metafísica sobre la idea de la cadena del ser.

Lo que los lectores de la época admiran en el género es la "verosimilitud, verdad psicológica, ingeniosidad de la composición, sustancia filosófica, respeto de la moral" (Bataillon). El humanismo en general, el espíritu erasmista, después, y espíritu tridentino, por último, coincidieron en aplaudir estas características y en elevar tales móviles a la categoría de paradigmas artísticos".


"La ejemplaridad que Cervantes deseaba inyectar en sus novelas, -prosigue Avalle-Arce-, su conocida simpatía por el humanismo y el erasmismo, y su obediencia a los ideales post-tridentinos, todo ello hizo que nuestro novelista gravitase en forma natural hacia el género bizantino(...) Después de diversos avatares, el peregrino llega a la época de Cervantes como un tipo literario perfectamente diferenciado, al punto que se erige en personaje propio de la literatura de la Reforma Católica. La tipología de la Edad de Oro describe así una curva cerrada que va del caballero, al pastor, al pícaro y al peregrino, donde los extremos casi se tocan, porque el peregrino es el caballero y la aventura se expresa en sus dimensiones humanas. El caballero, además, infunde en el peregrino sus virtudes cristianas, mientras que los ideales platónicos que inspiran al peregrino le vienen del cortesano. Tres momentos históricos se encarnan de tal manera en tres modelos de conducta perfectamente diferenciados, pero íntimamente unidos: Edad Media-caballero, Renacimiento-cortesano, Reforma Católica-peregrino(...) El tipo del peregrino es símbolo de la vida humana y, a la vez, su peregrinación es una de amor. De la mano de los protagonistas el tema del amor también asciende la escala de perfección. Y del tal manera, los peregrinos y la novela terminan en Roma, "el cielo en la tierra".


"Por todo ello -concluye Avalle-Arce- el verdadero significado de la novela lo discierno yo en el hecho de que quiere ser la universalización de la experiencia humana, y se la entrama a tales fines en la cadena del ser, y se la proyecta contra el telón de fondo de lo eterno y lo absoluto: la religión y la muerte como otros dos temas centrales del Persiles. Precisamente por todo esto podemos decir que el Persiles empieza en el punto preciso en que acaba el Quijote, característica que debe de haber desempeñado papel muy importante en la hipervaloración que Cervantes hizo de su última novela", (pág. 27).


Por nuestra parte, señalamos los famosos versos de la dedicatoria a D. Pedro Fernández de Castro, Conde de Lemos, que escribe Cervantes en el Persiles:


Puesto ya el pie en el estribo

Con las ansias de la muerte

Gran Señor, ésta te escribo.

Ayer me dieron la Extremaunción y hoy escribo ésta:

Texto del Persiles en la lápida de Cervantes. Iglesia de las Trinitarias. Madrid.

El tiempo es breve,

las ansias crecen,

las esperanzas menguan,

y, con todo esto,

llevo la vida sobre el deseo

que tengo de vivir...



Frontal de la lápida de la Iglesia de las Trinitarias de Madrid en la que figuran esos versos de Cervantes, con los que le rindió justo homenaje la Real Academia Española en 2015.

Antonio Muñoz Degrain. Cervantes escribiendo la dedicatoria de su obra al conde de Lemos. BNE. 2016.

"Cervantes escribiendo la dedicatoria al conde de Lemos".

Antonio Muñoz Degrain.

Exposición: Miguel de Cervantes: de la vida al mito (1616-2016).

Biblioteca Nacional de España. Madrid.

Al final del prólogo del Persiles, Cervantes, tras el breve diálogo con el estudiante pardal, escribe su despedida de esta vida con estos alegres y esperanzados versos:


¡Adiós, gracias; adiós, donaires; adiós, regocijados amigos; que yo me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida!

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