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Homenaje al pequeño filósofo, José Martínez Ruiz, Azorín, con motivo del 50º aniversario de su muert

Queremos hacer un breve homenaje al gran escritor, José Martínez Ruiz, Azorín, que nació en Monóvar (Alicante), el 8 de junio de 1873, y murió en Madrid, el 2 de marzo de 1967, con motivo del 50º aniversario de su muerte. Azorín es un clásico moderno de la cultura española del siglo XX de talla universal. (Ver aquí: el documental de la <Casa Museo de Azorín>, cuyo director es José Payá). Azorín acuñó, en una Tercera de ABC (10/2/1913), la expresión: "Generación del 98", en un clarividente artículo que pueden leer aquí: <LA GENERACIÓN del 1898>.


Desde nuestra humilde perspectiva filosófica recomendamos, en primer lugar, un excelente artículo de Julián Marías sobre Azorín y su aportación a las letras españolas: <Azorín, 1902>. Precisamente hoy, 15 de diciembre de 2017, se cumplen doce años del fallecimiento de Julián Marías que, como escritor, ha hermanado como nadie la filosofía y la literatura, en el fondo, siendo fiel a los orígenes de la filosofía que nace de la literatura griega en Occidente. La precisión y claridad con que nos cuenta la obra de Azorín es una joya periodística, publicada en ABC, en 2002, con motivo del centenario de la publicación de "La voluntad" de Azorín, en 1902. En este artículo, Julián Marías hace referencia a su obra favorita de Azorín, "Doña Inés", que la considera una novela cinematográfica.

Juan de Echevarría. Azorín. Museo Reina Sofía. Madrid.



(Artículo en ABC, 25 de julio de 2002).


Conferencia dentro del curso, "Las formas de la vida humana en cinco siglos de novela" (1988-1989), en el Instituto de España.







En segundo lugar, recomendamos, tres obras fundamentales: La voluntad, Las confesiones de un pequeño filósofo y La ruta de Don Quijote (obra indispensable para conocer el entorno rural e histórico de Don Quijote de Cervantes, tan admirado por Azorín).


La voluntad. Azorín. Prólogo de Guillermo Carnero. Biblioteca El Mundo. Caja de Ahorro del Mediterráneo. BIBLIOTEX. Barcelona. 2001.

Esta novela de Azorín es un retrato de la sociedad española en el contexto histórico-filosófico europeo, hablan Azorín y Yuste:


-Yo veo que todos hablamos de regeneración..., que todos queremos que España sea un pueblo culto y laborioso..., pero no pasamos de estos deseos platónicos... ¡Hay que marchar! Y no se marcha..., los viejos son escépticos..., los jóvenes no quieren ser románticos... El romanticismo era, en cierto modo, el odio, el desprecio al dinero..., y ahora es preciso enriquecerse a toda costa..., y para eso no hay como la política..., y la política ha dejado de ser romanticismo para ser una industria, una cosa que produce dinero, como la fabricación de tejidos, de chocolates o de cualquier otro producto... Todos clamamos por un renacimiento y todos nos sentimos amarrados en esta urdimbre de agios (especulación abusiva) y falseamientos...



Las confesiones de un pequeño filósofo. Edición de José Mª Martínez Cachero. Austral Narrativa. CAM / Espasa-Calpe. Madrid. 2009.

Esta novela autobiográfica de Azorín, Las confesiones de un pequeño filósofo, está dedicada: "A DON ANTONIO MAURA, a quién debe el autor de este libro el haberse sentado en el Congreso: deseo de la mocedad".


I.- "YO NO SÉ SI ESCRIBIR... Lector: yo soy un pequeño filósofo, yo tengo una cajita de plata de fino y oloroso polvo de tabaco, un sombrero grande de copa y paraguas de seda con recia armadura de ballena. Lector: yo emborrono estas páginas en la pequeña biblioteca del Collado Salinas. Quiero evocar mi vida... Quiero evocar mi vida; en esta soledad, entre estos volúmenes, que tantas cosas me han revelado, en estas noches plácidas, solemnes, del verano, parece que resurge en mí, viva y angustiosa, toda mi vida de niño y de adolescente".


En la primera edición de la obra, aparece el epígrafe: YO, PEQUEÑO FILÓSOFO, como epílogo en dos partes. Seleccionamos este texto de la segunda:


II.- "No he podido resistir al deseo de visitar al colegio en que transcurrió mi niñez. <No entres en esos claustros -me decía una voz interior-, vas a destruirte una ilusión consoladora...

He subido las mismas escaleras, ya desgastadas, que tantas veces he pisado para subir al dormitorio. Aquí, en un rellano, había una ventana por la que se columbraba el verde paisaje de la huerta; yo echaba siempre por ella una mirada hacia los herrenes y los árboles. Ahora han cubierto sus cristales con papel de colores. Ya no se ve nada; yo he sentido una indignación sorda. Luego, cuando he querido penetrar en el salón del estudio, he visto que ya no está donde se hallaba; lo han trasladado a una sala interior. Desde sus ventanas ya tampoco se apacentarán las infantiles y ávidas imaginaciones con el suave y confortante panorama de la vega; los ojos, cansados de las páginas áridas, no podrán ya volverse hacia este paisaje sosegado y recibir el efluvio amoroso y supremamente educador de la Naturaleza".

¿Tenía yo razón para volverme a indignar? Sí, yo me he vuelto a indignar en la medida discreta que me permite mi pequeña filosofía".


La ruta de Don Quijote. José Martínez Ruiz. Azorín. Prólogo de Eloy Navarro. CAM y Biblioteca Nueva. Madrid. 2005.

A instancias del periódico El Imparcial, dirigido por José Ortega Munilla (padre del filósofo José Ortega y Gasset que entabló amistad con Azorín), se le encargó, con motivo en 1905 del III centenario de la publicación de El Quijote de Cervantes, una serie de crónicas periodísticas para rememorar los caminos de Don Quijote por La Mancha.


"¿Nuestra vida no es como la del buen caballero errante que nació en uno de estos pueblos manchegos? Tal vez, si, nuestro vivir, como el de don Alonso Quijano el Bueno, es un combate inacabable, sin premio, por ideales que no veremos realizados... Yo amo esa gran figura dolorosa que es nuestro símbolo y nuestro espejo. Yo voy -con mi maleta de cartón y mi capa- a recorrer brevemente los lugares que él recorriera.


Lector: perdóname; mi voluntad es serte grato; he escrito ya mucho en mi vida; veo con tristeza que todavía he de escribir otro tanto.

Lector: perdóname; yo soy un pobre hombre que, en los ratos de vanidad, quiere aparentar que sabe algo, pero que en realidad no sabe nada".


El vídeo sobre la obra subido a youtube por la Casa Museo Azorín, se puede ver aquí:



Puedes leer aquí estas obras del portal de José Martínez Ruiz, Azorín. Instituto Cervantes:



<Con Cervantes>. (Incluye, entre otros, dos artículos sobre el Persiles).


<Cervantes y la casa encantada>. (Obra de teatro).





Presentación del espléndido y documentado coloquio de Luis Alberto Cuenca y José Payá, director de la Casa Museo Azorín, en la BNE, el martes 12 de diciembre de 2017. La muestra bibliográfica de Azorín se podrá ver, del 12 de diciembre hasta el 20 de enero de 2018.


En tercer lugar, de su libro Lecturas españolas recomiendo, el artículo del humanista Juan Luis Vives, El caballero del Verde Gabán y el del Genio castellano, en el que relaciona a Teresa de Jesús y a Cervantes, este último, citado en mi artículo:




Por último, hay un reportaje del ABC literario de Azorín, del 3 de julio de 1992, en el que se publica el texto completo del Acto primero de su obra teatral JUDIT -1926- (ver en el portal Cervantes varios artículos muy buenos sobre su teatro), cuyos diálogos sobre el derecho de huelga de los mineros y la negativa del gobierno, y los enfrentamientos entre los propios revolucionarios sobre la legitimidad de utilizar la violencia tienen una vigencia que honra el conocimiento del alma española de Azorín.


Con esta primera entrada de nuestro blog, en homenaje a Azorín, el pequeño filósofo, nos damos cuenta de que es un gran sabio del alma española y de sus avatares históricos. Además, tiene una poderosa intuición filosófica-literaria de la realidad de las personas y las cosas. Su sintaxis sencilla, su riquísimo vocabulario y su claridad intelectual para describir ambientes físicos de la casa o el paisaje natural, no son óbice, para descubrirnos, entre ellos, los más recónditos pasillos de la vida humana, desde la interioridad de la persona íntima hasta la sensibilidad estética, social y solidaria de sus semejantes. Y su búsqueda del sentido de la vida unida al compromiso de luchar, sin descanso, contra la injusticia que padecen los más desvalidos de su tiempo. Todo ello, en una bella armonía del hombre con la naturaleza, no exenta de melancolía y nostalgia de las raíces de la niñez, la familia y del paso inexorable del tiempo. Sus escritos están siempre entreverados de libertad, ilusión y esperanza en el poder de concisión de la palabra y de la realidad singular de cada persona.


Toda la humanidad que rezuma la lectura de su obra constituye una lección de ética y de responsabilidad que debe interpelarnos para seguir leyendo sus escritos. Y, paradojas de la vida, en la era de la globalización y de internet dominado por las redes sociales, resulta que sus oraciones simples de frase corta y su dominio de la lengua, se nos revelan, como un estilo narrativo y una guía perfecta para sintetizar y describir con precisión la vida interior. Su forma de escritura es lúcida para la ingente tarea de humanizar el mundo en que vivimos. Como muestra de su vigencia escuchemos a su personaje dramático Judit:


Qué inmensa estupidez humana... Siempre el dolor. Siempre la iniquidad. ¿No se podrá comprender al fin lo absurdo, lo inhumano, de esta lucha terrible? Insensatez... Insensatez... Siento un profundo horror... Siento una honda tristeza; sí, horror, tristeza... Cada vez que pienso en esta hostilidad de unos contra otros... ¡Y todo podría resolverse en la concordia y el amor! ¿Reinarán siempre la fuerza y la estupidez en el mundo? ¿No llegará una era de cordialidad entre los hombres?

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