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  • Crónica: José María Callejas Berdonés.

<EL CONCIERTO DE SAN OVIDIO>. ANTONIO BUERO VALLEJO. Teatro María Guerrero. Centro Dramático N

Dos días de teatro para mí inolvidables. El día cinco de abril volvimos con ilusión al Teatro María Guerrero (Centro Dramático Nacional) para ver, El Concierto de San Ovidio, una de las mejores obras del dramaturgo universal: Antonio Buero Vallejo. El día cuatro ya habíamos disfrutamos de:<Acastos, ¿para qué sirve el teatro?>. A esta pregunta bien podría responder, me atrevería a decir, cualquier persona que hubiera visto esta maravillosa puesta en escena de El concierto de San Ovidio que ha hecho el director Mario Gas. Y he dicho antes dramaturgo universal parafraseando el título del libro editado por Mariano de Paco y Francisco Javier Díez de Revenga, al calificar de este modo a Antonio Buero Vallejo, escrito por grandes expertos de su obra dramática. El Concierto de San Ovidio es, no sólo por su autor, sino por la obra misma, universal. ¿Por qué decimos universal? Porque trata de realidades universales que nos afectan a todos como personas en tiempo y lugar: la injusticia del abuso de poder con los más débiles. ¿Quién no ha sufrido alguna vez en su vida un abuso de poder? En este caso, nos situamos en 1771 y las víctimas son ciegos del Hospicio Quince Veintes (15x20=300), una Institución fundada por San Luis de Francia en el siglo XIII para dar cobijo a 300 ciegos de París. Primero, daré una amplia información de la obra y, al final, mi impresión personal.

El concierto de San Ovidio. Antonio Buero Vallejo. Director: Mario Gas. Centro Dramático Nacional. 23/3 al 20/5 de 2108.

Pincha en la imagen y descarga el Cuaderno pedagógico de El concierto de San Ovidio (y otras obras del Centro Dramático Nacional), en el que verás la vida y obra de Buero Vallejo, el análisis de la obra, una entrevista con Mario Gas, los personajes (hablan los actores), escenografía de Jean-Guy Lecat, vestuario de Antonio Belart, iluminación de Felipe Ramos, música y audioescena de Orestes Gas, vídeo de Álvaro Luna y bibliografía.


Programa de El concierto de San Ovidio para el espectador:

Reportaje en la Revista Teatros Abril 2018:

Revista de prensa sobre la obra:

Crónica de Rocío García en El Pais. "El teatro salda su deuda con Buero Vallejo dos años después de su centenario".

Sobre el adagio de Corelli de El Concierto de San Ovidio y la música en la toda la obra de Antonio Buero Vallejo ver el enlace del Instituto Cervantes:

Centro de Documentación Teatral. El Público. Junio de 1986. Estreno en el Teatro Español: Una lección de Buero. Por Juanjo Guerenabarrena.

El concierto de San Ovidio de Antonio Buero Vallejo en el Teatro Español. 1986.

Mi impresión como espectador de El concierto de San Ovidio ha sido emocionante. Y decir de una noche de teatro que es emocionante es decir que me faltan palabras para expresar lo que he vivido. Desde la primera escena, sólo con ver salir a los ciegos desvalidos con la inocencia de un niño al que van a engañar, hace que uno ponga el alma en el escenario. El paternalismo de la Priora con "sus pobres pensionistas", cuando negocia el contrato con Valindín, el mercader que quiere formar una opereta cómica de ciegos para sacar dinero en la feria de San Ovidio, provoca un sentimiento de humillación para los ciegos. Nos quedamos con la sensación de que hoy en día seguimos igual: el poder del caballero don dinero aprovechándose de los más débiles. Un agravante de la condición humana de los ciegos es que unos son de nacimiento y otros no. David, el invidente rebelde, se toma en serio el reto de la música que la lleva en el alma desde niño, y se enfrenta al burlador Valindín creando el conflicto trágico de la obra. Se va descubriendo la historia personal de cada ciego y sale su segunda carencia, quizás más grave, la falta de cariño en su infancia.

La bella escenografía nos mete en el ambiente lúgubre del Hospicio en 1771 en vísperas de la Revolución Francesa. Paradójicamente, el Siglo de la Razón o de las Luces, es el siglo del oscurantismo de los altos estamentos sociales (de mentalidad medieval) que son ciegos para ver la dignidad, como el barón que envía el contrato a la Priora, ésta que utiliza a los mendigos como fuente de ingresos de la Institución, Valindín el burgués sin escrúpulos, e incluso su criada, todos ellos les menosprecian. Al siglo XVIII se le denominó el Siglo del Hambre; el protector del Hospicio, Luis XV firmó el Pacto del Hambre en 1765. Este "Antiguo Régimen" explota a los pobres sin piedad y trata a las personas como cosas, como Adriana, amante de Valindín que la maltrata y la utiliza para sus malvados fines (situación histórica de los derechos de la mujer). La música entra en escena con el allegro de Corelli en medio de una bronca entre Adriana que le llama asno y Valindín altivo que responde: "tiempo de hambre tiempo de negocios". David y Adriana hablan de sus sueños y esperanzas. Adriana y Donato (que quiere a David como a un padre). David dice que Dios no puede querer nuestra ceguera, él quiere ser músico de verdad y habla de Melania de Salignac como ejemplo. El mundo interior de cada personaje se desvela como un espejo ante el espectador. Entre los ciegos discuten de cómo abordar el espectáculo de la feria.


"Todos somos ciegos" sentencia David. Todos damos palos de ciego ("algunos certeros como flechas"), unos por su ceguera física y otros por nuestra ceguera psíquica y moral. David pronuncia el lema de la Ilustración: ¡Atrévete a pensar! (¡Sapere aude! del filósofo Kant). Buero hace un homenaje a la Ilustración época que, según Ortega, no pasó por España. Se nombran a J. Jacques (Rousseau) y a Voltaire. Valindín, ante la impotencia de los ciegos, prepara una vestimenta burlesca para que la gente se ría a conciencia de los músicos que no ven las partituras. David se queja: "¡Nosotros no seremos payasos! Valindín: ¡Qué queréis ser! ¿muertos de hambre? El efecto de inmersión del concierto (que no destallo por respeto a los posibles espectadores) me parece genial y creo que es fiel a dramaturgia de Buero, así como la entrada de la esperanza en persona: Valentín Haüy, desenmascarando la indignidad de la farsa. Buero quedó impresionado cuando leyó la historia de Valentín Hauy, el impulsor de la primera escuela de ciegos que creyó en la educación como medo de integración social.


Una frase de David expresa el fondo moral de la obra refiriéndose al mercader Valindín: "Para él no somos personas, somos limones". Pobres que exprimen en cuerpo y alma con total falta de humanidad, como Irineo, el calderero, que se queja de la angustia de pagar tantos impuestos y de la injusticia de que la Iglesia y la nobleza estén exentos de ellos por sus privilegios. La desesperación y el coraje de David y la soberbia y la prepotencia de Valindín vuelven al enfrentamiento... El espectador no cesa de revivir las injusticias y mentiras de la vida cotidiana que se muestran en escena que, por encima del espacio y del tiempo de la Ilustración, las tenemos delante de los ojos todos los en la España y en el mundo de hoy. Vuelve la historia de Valentin Haúy todo un símbolo de esperanza de que se cumplan los sueños de los luchadores por la libertad, la igualdad y la fraternidad tras su muerte. Y, como en toda tragedia, para Buero, brota en el fondo la esperanza, la última palabra la tiene la música... Por eso les recomiendo de corazón que: ¡no se pierdan la función!


Por último, como investigador, pueden leer en el capítulo 4 de mi tesis doctoral, El concierto de San Ovidio: homenaje a la Ilustración Europea.




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