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  • José Mª Callejas Berdonés.

Benito Pérez Galdós, escritor de nuestro tiempo. (2). Episodios Nacionales: Cádiz.

Benito Pérez Galdós nació en la ciudad de Las Palmas, capital de la isla de Gran Canaria, el 10 de mayo de 1843, y estudió su segunda enseñanza en el Colegio San Agustín, entre sus maestros destacados estaban, Fernando León y Castillo y Nicolás Estévanez, señala Yolanda Arencibia, en su delicioso artículo sobre su biografía en la obra, Benito Pérez Galdós, La verdad humana (BNE, Madrid, 2019): <Entre sus muros, Galdós sedimentó los fundamentos básicos de su formación. Estudió las enseñanzas regladas de matemáticas, retórica, griego, filosofía moral, música, latín, historia... y, junto a la formación académica, recibió de sus maestros una educación integral humana y humanística: lecciones de liberalidad y de transigencia, con las bases ilustradas que propugnaban el interés por la expansión de la educación y de la cultura a todos los niveles>. El joven Galdós era un estudiante un tanto distraído, pero observador nato de la realidad, un compañero le inspiró -prosigue Arencibia: <un largo poema narrativo en esdrújulos titulado El teatro nuevo>.


Obtuvo el grado de bachiller en el Instituto Provincial de La Laguna (Tenerife). En su último año de bachillerato, seguimos a Yolanda Arencibia, publica diez artículos periodísticos de crítica social y talante liberal:Tertulias de El Ómnibus. Entre ellos: <Interés destacado presenta la sátira social quevedesco-cervantina, en prosa, Un viaje redondo por el bachiller Sansón Carrasco, escrito en septiembre de 1861. En los únicos dos capítulos redactados conviven un Sansón Carrasco burlón y mal hablado, y un Satanás doméstico de excelentes ideas. La conversación de ambos en el infierno y las cosas que allí ocurren dan pie al imaginativo novel para mostrar algunas de las que serían constantes literarias futuras, en los estético (fobias hacia la novela romántica y filias hacia los clásicos) y también en lo social (el rechazo irónico-sarcástico al mundo de procuradores, leguleyos, escribanos, novelistas envenedadores del gusto, mujeres del día alborotadoras...). Mostraba igualmente el joven Galdós su gusto temprano por la irrupción de los fantástico y lo maravilloso en su literatura, y por la presencia en ella de diablos y diablejos. Un viaje redondo por el bachiller Sansón Carrasco es un relato atractivo en cuyo argumento lo extraordinario es lo normal>. Por último, escribe Yolanda Arencibia: <El 2 de septiembre de 1862, el futuro estudiante de Derecho puso rumbo hacia Tenerife para pasar el examen del título de bachiller en artes, y el 9 embarcó en el correo Almogávar, que, procedente de Las Palmas, partió del Puerto de Santa Cruz de Tenerife rumbo a Cádiz>. Comenzamos el Episodio Nacional: CÁDIZ.


Febrero de 1810. Cádiz. Gabriel de Araceli nos cuenta lo que se oye en la calle: <La ciudad de Cádiz, fiel a sus principios que ha jurado, no conoce otro Rey que al Sr. D. Fernando VII>. Doña Flora habla del <ilustre jefe de la Cruzada>, Sr. D. Pedro del Congosto con una amiga, al que conoció en Vejer, y, para que Gabriel no piense mal de ella, le dice que no <ha tenido conmigo más relaciones que la de una afición purísima y jamás manchada con nada de aquello que D. Quijote llamaba incitativo melindre (Según J. F. Montesinos -introducción y notas de la novela de Galdós, Lo prohibido-, esta expresión significa -incitación al pecado-, y que cita Cervantes en el Quijote, II, XLVIII). Amaranta dice a Gabriel, con ironía, que aprenda de ese Sr. D. Pedro del Congosto, un dechado de virtudes. Aparece el caballero inglés lord Gray, amigo lord Byron, hombre de mundo <que cautiva a las muchachas con su amena conversación>, <de extraordinario valor>, creador de un <gran libro lleno de dibujos>, que escribe en verso y prosa mil hermosos pensamientos>, viaja a Egipto, Jerusalén, Venecia y América. Otro dechado de virtudes de la aristocracia y un modelo para Gabriel: <hijo, reflexiona bien quién eres tú>. Lord Gray se avergüenza de ser inglés y critica la esclavitud de las colonias inglesas, y para escándalo de Doña Flora, dice que Gibraltar fue: <traidoramente ocupado para convertirlo en gran almacén de contrabando>. (Hoy es un paraíso fiscal). Hablan del concepto de patria como madre común: idea vigente de Galdós. Junto a la historia del amor romántico de lord Gray con Inés y su rival Gabriel, se entrevera con el otro tema del Episodio: el absolutismo de Fernando VII y la Constitución de 1812 de los liberales ("la Pepa" porque se proclamó el día de S. José el 19 de marzo).


Salen políticos de la época:<Más simpático en el trato que Quintana...era D. Francisco Martínez de la Rosa, recién llegado entonces de Londres, y que no era célebre todavía más que su comedia Lo que puede un empleo, obra muy elogiada en aquellos inocentes tiempos>. Vean el artículo magistral de Antonio Gallego Morell (ABC-Cultura, 10/3/1987), sobre Martínez de la Rosa, que estrenó una obra de teatro -La conjuración de Venecia- siendo presidente de gobierno. D. Pedro del Congosto (líder de la Cruzada del obispado de Cádiz) culpa a las modas francesas de corromper las costumbres, Además: <En vez de padres de la Iglesia, tenemos periodistas; en vez de santos, filósofos; en vez de teólogos, ateos>. <El terror y el escándalo no nos son desconocidos, señora (dice D. Manuel), ni los traerán por primera vez las Cortes a esta tierra de la paz y de la religiosidad. La conspiración de El Escorial, los tumultos de Aranjuez, las vergonzosas escenas de Bayona, la abdicación de los Reyes padres (Fernando VII era hijo de Carlos IV, Napoleón obligó a Fernando VII a renunciar al trono en favor de su padre), las torpezas de Godoy (primer ministro de Carlos IV, ambos cayeron en el motín de Aranjuez), las repugnantes inmoralidades de la última Corte, los tratados con Bonaparte, los convenios indignos que han permitido la invasión, todo esto señora, amiga mía, que es el colmo del horror y del escándalo, ¿lo han traído las Cortes?>. De nuevo, Gabriel habla con Inés y le dice que tiene celos (tema muy cervantino) de lord Grey, ella le pide que disimule, y él responde: <Yo no puedo disimular. Yo no estoy , como tú, esta escuela de los fingimientos (como hace Doña María con sus tres hijas). Yo no puedo decir más que la verdad>. Galdós saca el dilema moral de su tiempo: educar para la apariencia y educar para la verdad.


El conflicto entre lord Gray y Gabriel va in crescendo por el amor de Inés, la vida cotidiana de Cádiz discurre, con los cañonazos de los franceses que resuenan al fondo de la bahía, en un ambiente de cambios sociales: la libertad de imprenta e igualdad, así Gabriel: <Si viene la igualdad y se acaba la religión, ¿quién le impedirá casarse a usted (lord Gray) con una española?>, él responde: <Hermoso país es España. Esa canalla de las Cortes lo va a echar a perder... España es el país de la naturaleza desnuda, de las pasiones exageradas, de los sentimientos enérgicos, del bien y del mal sueltos y libres, de los privilegios que traen as luchas, de la guerra contínua, del nunca descansar...>. Maravillosa descripción del ambiente popular de la calle Ancha, por allí circulan ediciones y propaganda de los diferentes impresos y manuscritos que fomentan la libertad de imprenta. Y "periodiquitos", unos absolutistas, enemigos de las reformas, y otros liberales, defensores de las nuevas leyes: El Revisor Político, El Telégrafo Americano, La Gaceta de la Regencia, El Robespierre Español, El Censor General, El Amigo de la Leyes, entre otros. Allí se trabaron las primeras disputas. Y dos célebres libros: Diccionario Manual y Diccionario crítico-burlesco. Una lucha entre fanatismos que marcará el siglo XIX, absolutistas y liberales, conservadores y progresistas. De particular interés es el diálogo entre dos periódicos: El Diario Mercantil (<llama ladrones a los amigos de las reformas>) y El Concisín (<los matacandelas de toda luz de la razón, no quisieran que alumbrase al mundo más luz que el de las hogueras inquisitoriales>). Y crónicas de los fogosos debates parlamentarios de Argüelles y Ostolaza.


La vida amorosa de Gabriel y lord Gray se complica con la aventura de las jovencitas Presentación, Asunción e Inés que desata la ira de Doña María y su miedo a la libertad que, con el tiempo, se impone frente a la hipocresía de la escuela del disimulo y del que dirán. El ritmo de la ciudad se marca al compás de la realidad social de la mendicidad, más que una desgracia, escribe Galdós, es un oficio, y de los pobres "que esperan la sopa boba". Una constante narrativa de Galdós como en Cervantes es la compasión y la solidaridad con los desvalidos y necesitados, cuyo cenit creo que, en Galdós, llega con Misericordia. El papel de la cultura en las personas se desvela en los libros que leen y les hacen más libres, es época de filósofos que influyen en la vida sociopolítica y sin perder de vista a los frailes <piedra fundamental en la armonía envidiable>. En la calle de la Santísima Trinidad hace una rica descripción de los tipos humanos que albergan en una cuarto humildísimo:<Aquello era un club incipiente, redacción de periódico, academia parlamentaria, todo esto y algo más. ¡Qué hervidero! ¡Cuántas pasiones, cuántas crisis, cuántas revoluciones, cuántas historias, en fin, bullían dentro de aquel pastel que acababa de ponerse al fuego!>. Ingeniosa descripción del bibliotecario de las Cortes que, subido a una mesa, lee un libro: <Era altísimo, flaco, desgarbado, amarillento, siendo de notar en su rostro la viveza de los ojos, así como la regular longitud de las abanicas orejas. ¡Singular hombre! Cincuenta años después le habéis vista en Madrid, desfigurado por el medio siglo, pero siempre distinguiéndose muy bien por la prolongación de su persona... le veréis sepultado en una biblioteca, donde le devoraba, como a Don Quijote la caballería, la estupenda locura de los apuntes>.


Los debates de la Cortes pasan a la calle y a los Diccionarios en los que se acuñan nuevos conceptos como el de democracia, frente a la idea tradicional que defienden los frailes se contrapone otra: <La democracia -dijo otro mozalvete con voz elocuente, aunque ceceosa, -es aquella forma de gobierno en que el pueblo, en uso de su soberanía, se rige por sí mismo, siendo todos los ciudadanos tan iguales ante la ley que ellos se imponen, como lo somos los desterrados hijos de Eva a los ojos de de Dios>. Las ideas entran en el salón de la aristocracia, así D. Diego, Amaranta, lord Gray, Doña María y sus amigos "frailes" tienen que afrontar la realidad histórica que se impone. De hecho, la historia de amor da un giro inesperado que voy a destripar. Ejemplar es la reflexión de Inés a Gabriel, educada con rigorismo moral (diría que kantiano, pues Kant recibió de su madre una educación pietista): <No, yo no quiero salir como Asunción, acechando el sueño de su madre para escapar. Yo no quiero quiero salir así de mi encierro, sino en pleno día con las puertas abiertas y a la vista de todos>. Me trae a la memoria, como no, a la Marcela cervantina: <Nací libre>.


Por último, otra veta cervantina de Galdós: <¡Oh, Sr. D. Pedro! -exclamó lord Gray con júbilo. -¡Qué gran placer me proporciona usted! Desde que por primera vez visité esta noble tierra, he buscado ansiosamente al gran D. Quijote de la Mancha; yo quería verle, yo quería hablarle, yo quería medir la fuerza de mi brazo con la del suyo, pero ¡ay! hasta ahora lo he buscado en vano. He revuelto media península buscan a D. Quijote, y D. Quijote no parecía por ninguna parte. Yo creí que tan noble tipo se había extinguido, disipándose en la corruptora sociedad de los modernos tiempos; pero no, aquí está, al fin encuentro con idéntico traje y rostro, un Quijote algo degenerado en verdad, pero Quijote al fin, que no se encuentra ni puede encontrarse más que en España>. La respuesta de D. Pedro no se hace esperar, criticando las ideas filosóficas, masónicas, la imprenta, la igualdad y demás corruptelas. Lean el espléndido cap. XXX, una crítica social de la educación tradicional y el diálogo de Inés sobre la nueva educación de la mujer, de las personas, abre un hontanar de esperanzas que, a mi juicio, influyen en su amigo Francisco Giner de los Ríos, junto a las de Gabriel de Araceli con Doña María sobre <quién soy yo>, y en Miguel de Unamuno, en su Vida de Don Quijote y Sancho. Los últimos capítulos son una delicia narrativa que recomendamos a los lectores, de todo corazón, que lean a Benito Pérez Galdós.


Casa Museo de Benito Pérez Galdós















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