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  • José Mª Callejas Berdonés.

Benito Pérez Galdós, escritor de nuestro tiempo. (1). Episodios Nacionales: Napoleón en Chamartín.

Leer a un escritor es el mejor homenaje que se le puede hacer en todo tiempo. Con motivo del centenario de Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 10 de mayo de 1843//Madrid, 4 de enero de 1920), comentaré algunos aspectos relevantes de su ingente obra literaria. La espléndida exposición realizada en la Biblioteca Nacional de España sobre su vida y obra, me ha hecho reavivar la importancia de su contribución a la cultura en español como muestran las palabras de Germán Gullón y Marta Sanz: <La principal aportación de Benito Pérez Galdós a la cultura española fue inventar una imagen moderna del ser humano, que superaba la forjada a base de los arquetipos mentales y de las dualidades predominantes desde el Renacimiento: razón y corazón, mente y emoción y espíritu y cuerpo>. Vida y obra de Galdós.

En esta primera entrada comentaremos su novela <Napoleón en Chamartín>, de la primera serie de sus <EPISODIOS NACIONALES>. Ilustrado por los Sres. Mélida y Lizcano. Madrid. 1843. Esta primera lectura, en honor a la verdad, se la tengo que agradecer a Ángel Casado Marcos de León, profesor emérito de la UAM, que impartió una espléndida conferencia en la Casa Castilla-La Mancha sobre la influencia del Quijote en Galdós, El personaje del Gran Capitán de Galdós se encarna en Don Quijote de Cervantes: no se rinde jamás para defender a la Nación Española de la invasión de los franceses. El pueblo de Madrid, entrañable para el escritor canario, tuvo un protagonismo decisivo con el sacrificio de sus vidas, en la Guerra de la Independencia (1808-1814) contra Napoleón Bonaparte, y de otra forma, con el enemigo interior del absolutismo de Fernando VII y los afrancesados.


Cualquier madrileño o español que, entre otros lectores, lea a Benito Pérez Galdós debería agradecer las maravillosas descripciones de la vida cotidiana de la España del siglo XIX perfectamente retratada. Todo el realismo de sus costumbres, sea cultural, literario, político, religioso o de la vida urbana, pasa por nuestros ojos a través de sus personajes que, como bien dice Julián Marías, tratan con personas singulares que encarnan valores de su tiempo. Para Julián Marías: <Galdós sentía profundo entusiasmo por tres cosas: la belleza, sobre todo de la mujer, la valentía y el amor. Ahí veo yo su verdadero, auténtico cervantismo, no en algunas desafortunadas imitaciones estilísticas>.


Un buen ejemplo es la frase de don Quijote de Cervantes (I.5): <Yo sé quién soy -respondió don Quijote-, y sé que puedo ser, no solo los que he dicho, sino todos los Doce Pares de Francia>. Podríamos decir que Don Quijote es fiel a sí mismo para cumplir su proyecto de vida, sabe cuales son sus ideales y el socrático principio: <Conócete a tí mismo>. Galdós en "Napoleón en Chamartín" (V,cp.8) pone en boca del protagonista principal Gabriel en diálogo con Amaranta estas sabias palabras: <Le digo que conozco muy bien quién soy y todo lo que puedo esperar. En mi corta vida he aprendido a conocer un poco las cosas del mundo, y sé que aspirar a lo que por humildad, mi ignorancia y mi pobreza está tan lejos de mí como el cielo de la tierra, sería una estupidez...>. Principio que se desvela en todos los personajes y su papel en la vida social e histórica.


Otra relación en el ámbito literario, es el escrutinio de la librería de don Quijote (I.6), y el de "Napoleón en Chamartín" (V.cp.7): <Y ahora, señora condesa de mi alma -dijo el padre Castillo, levantándose,- ya que he molestado bastante a usía, y hecho el escrutinio que vuestra grandeza deseaba, me retiro>. Entre los libros que examina Amaranta hay un curioso título: "Manifiesto del español, ciudadano y soldado, donde se da conocimiento de nuestros anteriores padeceres y esperanzas en nosotros mismos respecto al mundo individual". El padre Castillo dice que los que hablan de Constitución y despotismo lo examinará espaciosamente. Amaranta descubre otro libro: Carta de un filósofo lugareño que se sabe en qué a parar estas misas. Entre otras cosas dice: "Los españoles son hasta ahora valientes y honrados; pero muy fogosos en sus pasiones, y si se destan rencoroso sentimientos unos contra otros, no sé cómo se van a entender". La vigencia del texto de Galdós en nuestro ámbito político y social es válido para la España del siglo XXI.


Galdós escribe sobre Napoleón: <Es, pues, el caso que el D. Quijote imperial y real, como algunos de nuestros paisanos le llamaban, no sin fundamento, había entrado en España a principios de Noviembre, con ánimos de instalar en Madrid la botellesca orbe>. (A José Bonaparte (hermano de Napoleón) Galdós le llama: "mi Don Quijote botellero"). Aquí el "optimismo de Don Quijote" (el Gran Capitán) no se rinde ante la angustia del pueblo de Madrid (en la Puerta del Sol, la Plaza Mayor o la calle Toledo) ante la invasión napoleónica, y mal puede convencer con sus ideales a conciudadanos acobardados y traidores a España, fueran miembros de la Junta Central, nobles, clérigos, soldados o ciudadanos. Alude a la caída del ministro Godoy -"favorito de reyes"- y del rey Carlos IV en el motín de Aranjuez, ante la invasión de Napoleón que culmina en 1808, y al traidor Mañara, favorito del pueblo: <Pero nada hay más repugnante que la justicia popular, la cual tiene sobre sí el anatema de no acertar nunca, pues toda ella se funda en lo que llamaba Cervantes el vano discurso del vulgo, siempre engañado>. En el barrio de Cuatro Caminos apela al "ánimo de los soldados", muchos de ellos no había cogido un arma en su vida como los muchachos ("seis o siete vejestorios") de las oficinas de Cuenta y Razón.


Galdós relata, entre ¡Vivas a Fernando VII! y críticas a los dirigentes incompetentes "con chistes y jácaras...propias de los españoles en los aún en las más apretadas ocasiones de la vida", las vicisitudes de la guerrilla urbana contra los franceses por los barrios de Madrid, p.e., el grito de Fernández: <¡A las armas!... Mirad, chicos, hacia Chamberí hay una batería>, a la compañía de los honrados. Personajes populares como las "mujeres de Maravillas y el Barquillo pidieron a gritos y chillidos que les dieron las armas de los ancianos"... Recoletos, Puerta de Alcalá, Serrano todas las calles en rebeldía contra los franceses. <La población, antes indecisa, cobraba ánimos de verse invalida, y su fervor parecido al del 2 de Mayo inflamaba el pecho de sus habitantes>. Entre barricadas encuentran a D. Diego "el patriota". Por otro lado: <¡Que nos han vendío! exclama una mujer>. Muchas mujeres pedían alistarse para combatir. Los lectores son interpelados cuando menos se lo esperan: <Compañeros, antes que la Corte de las Españas y la mapa del mundo, que es Madrid, caiga en poder de los gabachones, tuertos, botelludos, dejémonos matar tras esas piedra>. Descubrimiento de la soberanía popular. Cuadros de Francisco de Goya del Museo del Prado. Madrid.


Tras una discusión del Gran Capitán - de unos cincuenta años de edad como D. Quijote- con su mujer Doña Gregoria, que no quiere perder a su marido en la guerra, concluye: <Se rendirá Madrid, pero yo no me rindo>. Todas los valores tradicionales se someten a crítica en plena guerra que retrata el mosaico de reacciones de personas e instituciones. El honor de un hombre, la honra de la patria, virtudes como el deber, el morir por la patria como sentimiento puro... Nombres cervantinos como el padre Palomeque (recuerda a la venta de Palomeque en el Quijote), referencias al Siglo de Oro, hablan de los conventos de Madrid y su papel social como fray Gil, el mercedario que rescató "al inmortal Cervantes, autor del Quijote"; y como lugar de refugio para el pueblo durante la contienda. Aparece las novedades de los filósofos y de todos esos "masones a la francesa que hay ahora", alude al período de la Ilustración y la Revolución Francesa. La novela histórica se centra en la invasión de Napoleón en Europa, pero resuena la importancia histórica que da Cervantes a la batalla de Lepanto en el Quijote, y el valor supremo de la libertad del capitán cautivo. La importancia de la batalla de Bailén es otro hecho histórico que se devela en la novela con un testigo de excepción: Don Diego. Ejemplos señeros de héroes populares son Daoiz y Velarde, éste es considerado en la novela como "valiente entre los valientes" que dieron su vida en la levantamientos del 2 de mayo.


Se intercalan las "enfermedades del espíritu" de la sociedad española, hipocresía, cobardía y mentira frente a la honestidad, la honradez y la verdad. Los problemas existenciales como los que provoca el "médico del dolor" como es el "doctor tiempo": <Perdida con la idea de la muerte la esperanza -dice el padre Salmón-, ese señor médico hace maravillas en un par de semanas>. El hilo narrativo desvela a todos los personajes, p. e., Don Diego, Don Roque, el lector de periódicos, Amaranta, y va desgranando su quehacer cotidiano. Aparece el amor del protagonista Gabriel con Inés en el que se intercambian un bello diálogo romántico. Se alude a las bodas Camacho (del Quijote) como ejemplo de matrimonios de conveniencia de la aristocracia. También se encarnan en personajes como la Pelumbres. Todo un retrato de la época bellamente escrito y con una riqueza de vocabulario que pone de relieve la importancia del dominio de la lengua para expresar los más profundos pensamientos y sentimientos del alma humana en permanente búsqueda de la verdad y de la libertad. Los lectores descubren su papel en el espejo de su circunstancia histórica.



El Madrid de Galdós del equipo de Aventuras Literarias e ilustraciones de Gonzalo Izquierdo.





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