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  • José María Callejas Berdonés

Miguel Delibes, escritor de Castilla y novelista universal. 1920-2020.

Hoy, 17 de octubre de 2020, hace cien años que nació en Valladolid Miguel Delibes Setién (murió el 12 de marzo en su ciudad natal). Esta segunda entrada, más allá del Delibes educador de la primera que hice el Día del Libro y de Cervantes (23/abril/2020), como lector, quiero agradecer a Miguel Delibes, y a todos sus hijos el Delibes más familiar que, en diferentes encuentros, sea la Biblioteca Nacional de España o la Real Academia Española han participado de modo singular. Los aficionados a la literatura hemos disfrutado y conocido mejor, tanto la obra literaria del escritor de Castilla como el talante ético del novelista universal.

Desde la década de los ochenta que empecé a leer obras de Miguel Delibes y artículos de prensa, intuí la relación profunda, no sólo de literatura y vida, sino de ética y literatura, en la línea de Miguel de Cervantes, Benito Pérez Galdós, Miguel de Unamuno, Antonio Machado o Antonio Buero Vallejo (dramaturgo sobre el que hice mi tesis doctoral), por ejemplo. Aquí voy a recomendar cuatro lecturas que me han encantado: <Señora de rojo sobre fondo gris>, texto que considero "el alma mater" de la obra de Miguel Delibes. Bien orgullosos pueden estar sus hijos de sus padres. <El camino>, <Viejas historias de Castilla la Vieja>, y su novela magistral: <El hereje>.

Miguel Delibes escribe un cálido homenaje a su esposa: Ángeles de Castro. <Señora de rojo sobre fondo gris>. Para ello se convierte en un pintor (deprimido) que retrata al amor de su vida mediante las pinceladas de su historia que acaba, entre la tristeza y la esperanza, en 1974, intercalada a lo largo de un bellísimo relato.

<Todavía parece que la estoy viendo, a la mañana siguiente, sentada en la estera del refugio, el vaso del zumo de naranja con que desayunaba sobre un tajuelo, divertida de mi desorientación, su pequeña cabeza morena coronando su delgado cuello, firme y fragilísimo>. 

Cuenta el pintor a su hija como era su madre:

<La semana pasada, en la ceremonia de ingreso en Bellas Artes, Evelio Estefanía, en su discurso de contestación, dedicó unas palabras a tu madre: <Una mujer, dijo, que con su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir>. 

(Alusión a Julián Marías en su discurso de recepción al ingreso de Miguel Delibes en la RAE). El contexto político del tardofranquismo de los años 70, enmarca la historia del pintor, en el que se muestran las facetas de esposa, madre, abuela, en definitiva, como persona. Así es caracterizado su don de gentes como: <su tacto para la convivencia> con las autoridades para salvar a sus hijos de un juicio del Tribunal de Orden Público y del miedo a las torturas. La enfermedad imprevista se intercala en el relato (novela un tanto anárquica según Delibes), como el cervantino Guadiana, que aparece y desaparece al hilo de la lectura con la sensación de vivirlo en directo. Pinceladas como: "Antes de ser operada, se confiesa, aunque no era devota, pero <fiel a sus principios>, su pasaje favorito era: <el Cristo del sermón de la montaña>. (Las Bienaventuranzas). <Era la suya una fe simple, ceñida a lo humano; un cristianismo lineal, sin concesiones>. <Ama a media docena de personas pero incondicionalmente; con todo su corazón. A veces se lo insinuaba y él respondía con su indiferencia estudiada: ¿Crees tú que hay más de media docena de personas en el mundo que merezcan ser amadas?>.


El pintor describe su calidad humana en viajes familiares o vida social a su hija Ana: <tu madre descubría la belleza en las cosas más precarias y aparentemente inanes. Y donde no existía, en capaz de crearla rompiendo con los valores establecidos, asumiendo todos los riesgos>. Ella se quejaba que no acertaba en los regalos por pereza mental impropia de un pintor, a lo que él contestaba: <Pero bien sabe Dios que no era pereza mental. Yo la amaba tanto que habría sacrificado la falange de un dedo por acertar, siquiera una vez en la vida>. <Tu madre abandonó los estudios por propia voluntad>, él terminó la carrera de Bellas Artes, pero sin vender un cuadro. Para ella lo importante no era un título, sino tener los conocimientos para la vida. Antes los seis años de cárcel que podrían caer a sus hijos, ella era <la única que aportaba un poco de esperanza>.

Las hijas Alicia y Mar empiezan a verla delgada, él recuerda el temple de ella en los embarazos. <Así cumplió 48 años, tan grácil y atractiva como cuando la conocí a los dieciséis años>. Recuerda su encomiable trabajo para que él pudiera dedicarse a su vocación de pintor. Ella se ocupaba de familia, proyectos y amigos. <Fue en esa etapa cuando le pintó el famoso retrato con el vestido rojo, un collar de perlas de dos vueltas y guantes hasta el codo. El vestido, de cuello redondo y sin mangas, lo diseñó él para la ocasión>. Esta obra ha sido representada teatralmente por José Sacristán en Palencia y Valladolid, en octubre de este año.

<El camino> es una las novelas clásicas de Miguel Delibes que se recomiendan en las lecturas de Lengua y Literatura en ESO y Bachillerato. La edición que he leído es la de mi hija mayor Lindes que me recuerda al pueblo de Carmona que pertenece a Cabuérniga (Cantabria), y a las historias que me cuenta mi mujer Vicky que, desde su infancia, veranea en el bello pueblo montañés. Es una pedagógica lectura en la que se ven las dificultades de muchas familias para mandar a sus hijos a estudiar a la ciudad, alude al valor de la educación de una persona que no se basa de la formación académica, sino la actitud moral ante la vida:

<Con frecuencia. Daniel, el Mochuelo, se detenía a contemplar las sinuosas callejas, la plaza llena de boñigas y guijarros, los penosos edificios, concebidos tan solo bajo un sentido utilitario. Pero esto no le entristecía en absoluto. Las calles, la plaza y los edificios no hacían un pueblo, ni tan siquiera le daban fisonomía. A un pueblo lo hacían sus hombre y su historia. Y Daniel, el Mochuelo, sabía que por aquellas calles cubiertas de pastosas boñigas (éstas se amontonan en Carmona y las llaman "burdieras") y por las casas que las flanqueaban, pasaron hombres honorables, que hoy eran sombras, pero que dieron al pueblo y al valle un sentido, una armonía, una costumbres, un ritmo, un modo propio y peculiar de vivir>.

La novela de Miguel Delibes tiene un alcance universal, pues estas bellas y sencillas palabras muestran la defensa de la armonía del hombre y la naturaleza, una constante narrativa del escritor vallisoletano. Muchos de los protagonistas de Delibes, como Daniel, el Mochuelo, son jóvenes como en Cervantes. En la línea de la <Mi vida al aire libre>, otra obra que tengo que leer.

Esta obra, recomendada por Miguel Delibes de Castro, ha sido la última que he leído. Además de 17 breves relatos incluye <La caza de la perdiz roja>. Voy a resaltar dos perlas de Viejas historias de Castilla la Vieja que bien me recuerda a Cervantes cuando defiende la llaneza del lenguaje:

<El Antonio se enteró y se llegó a la cantina y, sin más, agarró la tortilla y la tiró al aire y le voceó al pastor: "Anda, cázala al vuelo. Así es como hay que cazar las perdices granuja. El Silos se quedó, de pronto, como paralizado, pero enseguida se rehízo y le dijo al Antonio: "Lo que te cabrea es que te gane por la mano, pero el día que mates tú una hembra te la vas a comer con plumas". Después se puso a cuatro patas y engulló la tortilla sin tocarla con la mano siquiera, como los perros. Cuando el Antonio se fue, el Silos se echó al coleto tres tragos de clarete de Marchamalo y sentó cátedra sobre los justo y lo injusto y decía: "Si el mata una hembra de perdiz, yo no puedo protestar, aunque me deja sin huevos, pero si yo me como los huevos, él protesta porque le dejo sin perdices. ¿Qué clase de justicia es ésta?>. 

En <La caza de la perdiz roja>, Miguel Delibes me sorprendió gratamente con una cita de José Ortega y Gasset (para mí va implícita la "metáfora de la caza de la verdad") en este pasaje:

<Juan Gualberto, el Barbas, la caza tira de uno y sanseacabó. Al Barbas, es punto menos que inútil mentarle a don José Ortega y Gasset. 
-¿Era ese señor una buena escopeta? 
-Era una buena pluma.
-¡Bah!
"Don José Ortega y Gasset entendía que mediante la caza todavía el hombre civilizado <puede darse el gusto durante unas horas o unos días de ser paleolítico>, es decir, de retornar a un estado provisional de primitivismo">.

Luego el Barbas vuelve a preguntar por Ortega y Gasset y sigue el debate moral sobre la caza, hoy de actualidad, curiosamente, sólo conozco un cazador, y les puedo asegurar que es la persona que mejor conoce los animales y la naturaleza y, por ende, quien mejor la protege. Mucho mejor, sin duda, que muchos ecologistas de salón que no han empatizado con sus raíces naturales. Cuando uno habla con las gentes del lugar aprende de la sabiduría popular, asignatura en la Miguel Delibes, tras años de convivencia con personas sencillas, es un maestro universal.


Por último, pensamos que la novela <El hereje>, independientemente del talento literario de Miguel Delibes nos impresiona porque trata una de cuestiones decisiva de la persona humana: la libertad de conciencia y el pensamiento libre. Además, entronca con la encrucijada de la modernidad en Europa y en la España del siglo XVI, con Santa Teresa de Jesús y Miguel de Cervantes. El preludio de la obra nos sitúa en la reforma en Alemania (1517) de Lutero que era: <hijo de la imprenta>, porque, bien mirado, su fuerza estaba en ella. Era el primer hereje que disponía de un medio de comunicación tan eficaz, tan poderoso, tan rápido>. ¿Le suena al lector esta música? Hace apenas una década, muchos profesores decíamos a nuestros alumnos que pasábamos de la época imprenta a la de internet. El protagonista Cipriano Salcedo, el capitán Berger, Minervina, Leonor de Vivero, el gran teólogo Carranza, lo sabían. La Inquisición también.

Hablando de la quema de libros en España, tanto en la época de Carlos V (y de Villalar y la rebelión de los Comuneros, Padilla, Bravo y Maldonado) como de Felipe II, Cipriano Salcedo -del círculo de luteranos de Valladolid- y el capitán alemán Berger, éste le dice:

<De la quema de Salamanca todavía se está hablando. La ciudad más culta del mundo quemando los vehículos de la cultura; no deja de ser un contrasentido. Dos años más tarde hubo otra quema aparatosa en San Sebastián... Pero no vaya usted a pensar que España tenía la exclusiva. Miles de ejemplares de La libertad del cristiano, traducido al español, fueron incinerados en Amberes con toda pompa y solemnidad. Yo estuve allí, y viví el acontecimiento>. 

Cipriano Salcedo le habla de la cada día mayor intolerancia de la Inquisición: <La afición a la lectura ha llegado a ser tan sospechosa que el analfabetismo se hace deseable y honroso. Siendo analfabeto es fácil demostrar que uno está incontaminado y pertenece a la envidiable casta de los cristianos viejos>. Muchos profesores nos quejamos a comienzos del s. XXI del fracaso de las leyes educativas por ser incapaces de llegar a un Pacto por la educación y del apoyo a la cultura que crea recelos en los ámbitos del poder. Po eso es urgente fomentar la lectura crítica y creativa, pues la incultura no cesa con la sociedad digital, tiene que haber contrapesos como son las novelas históricas bien documentadas como <El Hereje>.

Múltiples cuestiones plantea como el matrimonio, igual que Cervantes, y las dificultades de muchas mujeres en los partos como la madre de Cipriano Salcedo, doña Catalina que dio a luz y no lo superó, asistida por el doctor Francisco Almenara y el cirujano barbero Gaspar Laguna (nombrado en el Quijote) muestra el desarrollo de la ciencia médica en la modernidad. La vida de Cipriano Salcedo, nacido el 31 de octubre de 1517, día en el que Martín Lutero publica sus 95 tesis en Wittenberg y cuestiona dogmas, como la existencia del purgatorio o la validez de la Fe sin obras, a la Iglesia Católica, se entrevera con las costumbres de la época espléndidamente descritas, y sus calles, plazas, conventos, iglesias de Valladolid, con sus tradiciones, comercio de la lana con Flandes como motor del capitalismo y la lucha soterrada por las nuevas ideas de Erasmo de Rotterdam, por ejemplo, su amistad con Néstor Maluenda. La joven nodriza Minervina sustituye a madre de Cipriano Salcedo para darle sana crianza dada la ineptitud de su padre, don Bernardo.


El retrato del Páramo que hace Delibes revela un conocimiento extraordinario de su tierra natal, no sólo de la vida de las gentes, sus oficios y costumbres, sino de la fauna, la flora, los viñedos, el ganado lanar, etcétera. <El Hereje> revela a un Miguel Delibes en estado puro. En el Libro II. La herejía, relata que, tras la muerte de su esposa doña Teodomira: <Cipriano Salcedo entró en una fase de actividad enfebrecida. Le daba miedo la soledad. Le aterraba pensarse(...) En Francia y Alemania apuntaban formas de asociación que en España todavía se desconocían, en las que no solo se asociaban los hombres sino también los capitales, para incrementar su poder. Incorporar Valladolid a la modernidad era una de sus aspiraciones íntimas>. Eso mismo era un gran deseo de Miguel Delibes.


La novela tiene tres libros, en el primero, los años de infancia y juventud del protagonista, y la vida colegial en el Hospital de Niños Expósitos y la "clase de doctrina", la Conferencia, se describen con detalle. En España había mucha presión social del miedo al protestantismo, a Teresa de Jesús le angustiaba como si fuera a llegar el fin del catolicismo. El problema de los "alumbrados" -también aludido por Cervantes en las Novelas ejemplares, una mujer de Córdoba-, aparece en el entorno de Cipriano Salcedo. En el segundo, aparece la herejía y el grupo clandestino de los luteranos en Valladolid, el contexto histórico entre Carlos I de España y Quinto de Alemania, y Felipe II que establece la corte en Valladolid. El matrimonio con Teodomira, la Reina del Páramo. Las discusiones teológicas no dejan a nadie indiferente por lo que tienen de autocrítica de nuestras creencias, no solo personales, sino culturales de raigambre cristiana. El tercer libro trata sobre el Auto de Fe de Felipe II y el Santo Oficio en 1559 en Valladolid. El catecismo del arzobispo erasmista Carranza que estaba entrando en España. Todo un debate de conflictos con la Inquisición, jalonan esta novela que interpela a las creencias del lector. Y las de algún caso, como el que dice Cipriano a su tío Ignacio, pues Teo ha perdido la razón. La muerte de la madre del Doctor amigo de Cipriano, Leonor, le lleva al abatimiento, vemos algún rasgo de este personaje similar a la mujer de Delibes. Toda una defensa de la libertad de conciencia frente a la intolerancia como Cervantes. Por cierto, un detalle que me ha encantado es el nombre de los caballos.


Recomendamos la biografía de Ramón García Domínguez: <Miguel Delibes de cerca>. Hay una nueva edición. Está muy bien documentada en todos los ámbitos de la vida de Miguel Delibes, no se olvide que director del periódico El Norte de Castilla, hecho fundamental para su vida literaria. El discurso del Premio Cervantes 1993 acaba con estas bellas palabras de Miguel Delibes.

<El arco que se abrió para mí en 1948 al obtener el Premio Nadal, se cierra ahora, en 1994, al recibir de manos de Su Majestad -a quien agradezco profundamente esta deferencia- el Premio Cervantes. En medio quedan unos centenares de seres que yo alenté con interesado desprendimiento. Yo no he sido tanto yo como los personajes que representé en este carnaval literario. Ellos son, pues, en buena parte, mi biografía>.

Gracias lector por leer estas palabras de agradecimiento a Miguel Delibes que, con sus lecturas, me ha hecho más humano. Ahora, estoy leyendo un libro que recomendó su hija Elisas Delibes de Castro, propio de mi condición: <Diario de jubilado>. Lea lector más a Miguel Delibes, merece la pena, algo de esperanza encierra siempre cada una de sus obras, y la necesitamos más que nunca en esta pandemia global.




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