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  • José Mª Callejas Berdonés.

Benito Pérez Galdós escritor de nuestro tiempo.(4). Nazarín.

Bien orgullosos deberíamos estar los madrileños de un escritor como Benito Pérez Galdós. Nacido el 10 de mayo de 1943 en Las Palmas de Gran Canarias, de joven vino a estudiar a Madrid, y pronto se enamoró de su historia, de sus barrios (Chamberí, Arganzuela, Puerta de Toledo, Carabancheles, Paseo de Extremadura, etcétera), y de sus gentes (mendigos, gitanos, obreros, prostitutas, aristócratas, clérigos, caciques, etcétera) que formaban parte de la vida cotidiana de Madrid capital y sus alrededores como, Polvoranca (Alcorcón), Móstoles, Sevilla la Nueva, por ejemplo. Este año celebramos el primer centenario de su muerte el 4 de enero de 1920-2020. Y mejor homenaje es leer sus obras. Este año dedicamos dos entradas del blog a los Episodios Nacionales (20 y 27 de febrero), "Napoleón en Chamartín" (el Gran Capitán, el protagonista, es el Don Quijote, héroe de la Guerra de Independencia), y "Cádiz" (en tiempos de la Pepa: la Constitución de 1812). Una tercera a la adaptación dramática de Eduardo Galán de "Tristana", novela de Galdós, vigente por la defensa de la libertad de la mujer. Hemos disfrutado -abril/mayo- con la reposición en RTVE (1980) de su gran novela, <Fortunata y Jacinta>, en diez espléndidos capítulos que se pueden ver aquí.

Hoy 10 de mayo (a los 177 años de su nacimiento), escribo su cuarta entrada de su novela Nazarín, que he leído con auténtica fruición. Título que encierra una historia ejemplar al adentrarnos en la vida interior del protagonista que revela su persona en todo su esplendor. El narrador nos trae a un amigo periodista <de esos que corren tras la información... persiguen el incendio, la bronca, el suicidio, el crimen... a la Justicia en tiempos comunes, o a la higiene en días de epidemia>. (Dato que viene como anillo al dedo en el confinamiento del coronavirus). Entramos en la casa de huéspedes de la tía Chanfaina en la calle de las Amazonas en Madrid, cuyo nombre tiene guasa en lenguaje castizo (corrala de <desvergonzadas chulapas del siglo XVI>). En el patio de la casa hay una <patulea de gitanos> jaleando un griterío. La escena costumbrista se describe con detalle y nos mete en el ambiente popular. El narrador y el periodista ven a un hombre de <mediana edad, escuálido, nariz aguileña, ojos negros, un castizo árabe sin barbas con sotana negra>. <Y para colmo de la confusión el árabe decía misa>. El hombre se queja a la señora Chanfa de que le han robado. Ella monta en cólera y recrimina al padre Nazarín porque recibe en su casa a todos y <les echas las bienaventuranzas>.


El narrador y su amigo entrevistan a Nazarín sobre su peculiar forma de vida respecto a la Iglesia y conforme al evangelio de Jesucristo, sale la ciencia y la fe, la propiedad, y temas sociales. Les extraña que siendo persona ilustrada no tenga libros en su casa, les dice que los ha ido regalando, y que sus convicciones tienen <su raíz en su conciencia>. Y <llegará el día en que sea tanto, tanto lo almacenado en las bibliotecas, que no habrá posibilidad material de guardarlo y sostenerlo>. Poco se imaginaba Galdós que internet llevaría sus obras al mundo entero. Nazarín vive en la pobreza, dice alguna misa de encargo, y dice que: <el no poseer es mi máxima aspiración>. Se queja del progreso (industrial) que trae pobreza, ensalza la virtud de la paciencia del santo Job, y desafía al hambre y a los males que provienen de la Naturaleza y la sociedad, con aguante. Tras la entrevista, se dividen las opiniones para uno, es un vividor, pues cree que los libros y el periódico podrían valer <formar pilas de abono para las tierras>. <¡Homero, Cervantes, Voltaire, Víctor Hugo, convertidos en guano (abono) ilustrado para criar buenas coles y pepinos!>; para el otro, una personalidad vigorosa, la señá Chanfa dice que es un santo.


Una noche, un acontecimiento pone a prueba su vida, la joven Ándara, sobrina de la ladrona, llama a su ventana para que Nazarín la esconda de otra, la Tiñosa, que le persigue tras una pelea callejera para vengarse, aunque cree que está malherida y puede morir. Nazarín duda, pero la acoge y le pide que le cuente la verdad por si tiene que llevarla a la Justicia, aunque ella le ruega que no la denuncie (esto recuerda a un ejemplo del imperativo categórico que pone Kant en sus Lecciones de Ética, entre otras obras, sobre el mandato de la ley moral a la conciencia: <No debes mentir>), pero Nazarín, tras curar sus heridas, interpela a la conciencia de Ándara para que se arrepienta y reconozca el mal que hace en su perdida vida. Ella cree que si viene a buscarla: <él no miente ni para salvar a una persona>. Hablan de la vida y la muerte en <el cerrillo del Rastro> donde estaba el mesón de la Chanfaina. Los usos lingüísticos aparecen en el texto cuando Nazarín corrige a las mujeres muchas palabras, como don Quijote a Sancho Panza en sus andanzas.


Tras un incendio que provoca Ándara, Nazarín se va por la Puerta de Toledo (caminito de los Carabancheles): <ávido de ver y gozar los campos de Dios... ¡Vivir en la Naturaleza, lejos de las ciudades opulentas y corrompidas, ¡qué encanto!>. Esa actitud remite a la del novelista Miguel Delibes por la vida al aire libre, y defensa de la vida rural alejada de la gran ciudad. Nazarín va por el puente de Segovia hacia la tierra de Trujillo, por el paseo de Extremadura, Campamento. Y Móstoles donde le esperan la Beatriz y la Fabiana otras dos mujeres amigas de la Ándara que le sigue, a pesar de que él prefiere ir sólo. Otra aventura: le piden que vea a una niña que se está muriendo porque confían en él ciegamente, Nazarín se resiste porque no cree en la milagrería ni en falsas beaterías, y les exhorta <a no creer más que en la ciencia, y en Dios por encima de la ciencia y de todas las cosas>. Nazarín en un gesto de humildad dice: <yo soy un triste pecador como vosotras>. Las trata como iguales, poco a poco ven que predica con las obras (como el refrán "obras son amores y no buenas razones">. Todas, jóvenes y viejas, que están con él exclaman: <Sí puede, sí puede, sí puede>. Beatríz le cuenta su vida interior, cree que tiene demonios dentro, él le dice: histerismo. (Tema clave en la psicología contemporánea con Freud). Nazarín lo achaca en parte a la imaginación, y le aconseja que rechace la tristeza y <aleje de su cerebro las cavilaciones>. <Cada cual con su conciencia cada cual con su soledad>. <La soledad es una gran maestra para el alma>, dirá Nazarín. Que se parece cada vez más a Jesús de Nazareth. Sabrosos diálogos de Ándara, la de Polvoranca (me hizo ilusión ver este nombre, antigua población de Alcorcón, por la que pasaba yo varios años a mi instituto Ignacio Ellacuría); y Beatríz, la de Móstoles (villa histórica clave en la Guerra de la Independencia), después Navalcarnero, Sevilla la Nueva, cobra significado en la historia llena de emociones para personas sensibles.


Dejo esta perla del choque de Pedro de Belmonte y Nazarín, aquel se queja de los mendigos y de sus criados :<A propósito hacen las cosas mal para fastidiarme y aburrirme. ¡Lástima que no viviéramos en los tiempos del feudalismo, para tener el gusto de colgar de un árbol a todo el que no anduviese derecho!>. Nazarín le da una lección de cristianismo y le recrimina tratarle de manera tan anticristiana, para alguien que dice serlo: <Yo, tan pobre y tan desnudo como entré en su casa saldré de ella. Los sirvientes son personas, no animales, y tan hijos de Dios como usted, y tienen su dignidad y su pundonor, como cualesquiera señor feudal, o que pretende serlo, de los tiempos pasados y futuros>. Concluye Nazarín:<Saquemos partido de la situación, y si ese gigante furioso ha de hacer en mí una barbaridad, que no sea sin oír antes las verdades evangélicas>. Después de todo, Belmonte quedó: <vencido del asombro que tales conceptos en boca de persona tan humilde le causaban>. No olvidemos que esta novela de Galdós es de 1895 y la encíclica <Rerum Novarum> (Acerca de las nuevas cosas) de 1891, proclamada por el Papa León XIII , marca un hito en la doctrina social de la Iglesia (que Galdós debía haber leído) e interpelaba a la justicia social con la clases humildes por parte de las instituciones de la Iglesia Católica, y todos los poderosos que creían serlo como Belmonte, y maltrataban a la gente. Nazarín crítica a la filosofía de su tiempo <un juego de conceptos y palabras>, que no sirven para resolver los males de la Humanidad. Hace falta un San Francisco de Asís. <No basta predicar la doctrina de Cristo, sino darle una una existencia en la práctica e imitar su vida en lo que es posible a lo humano imitar a lo divino>. Palabras que nos llevan a pensar en la obra de María Zambrano: <El hombre y lo divino>.


Un episodio que cobra significado con nuestra pandemia actual: <El Señor nos ha deparado una epidemia, en cuyo seno pestífero hemos de zambullirnos, como nadadores intrépidos que se lanzan a las olas para salvar infelices náufragos.>... Nazarín, cual sanitario en primera línea de fuego, dice a sus mujeres: <Amad a Dios y al prójimo, acariciad en vuestra almas el sentimiento de tránsito a la otra vida, y lo infinito no os parecerá tan oscuro>. Bellas palabras de Galdós que traslucen de corazón el evangelio de Jesús. <El árabe manchego sí que no se rendía. Infatigable hasta lo sublime, después de haber estado todo el día revolviendo enfermos, limpiándolos, dándoles medicinas, viendo morir a unos en sus brazos, oyendo los conceptos delirantes de otros, al llegar la noche no apetecía más descanso que enterrar los doce muertos que esperaban sepultura>. Todo ello en el pueblo de Villamantilla con agradecimiento del alcalde y vecindad a tres personas ejemplares.

Y, como siempre, al sonar las campanas, se supo que: <llegaría pronto el socorro enviado desde Madrid por la Dirección de Beneficencia y Sanidad. ¡A buenas horas!>. Esta escena es ejemplar. Todo un símbolo de la novela Nazarín. No dejará su alma indiferente. El personaje de Nazarín crece como persona, de la mano del narrador, para asemejarse a la persona de Jesús de Nazareth. Aplica la regla de oro de la ética universal inserta en los libros sagrados de todas religiones y en las Naciones Unidas. Por ejemplo, la de San Mateo (7,12;19-20):<De consiguiente, todo cuanto quisiereis que con vosotros hicieren los hombres, hacedlo también vosotros con ellos>. <Todo árbol que no produce buen fruto es cortado y arrojado el fuego. De consiguiente, por sus frutos los conoceréis>.


Es importante destacar que, si bien Galdós incluye crítica a las instituciones de la Iglesia, no conviene confundir anticlericalismo con pensamiento irreverente del Evangelio de Jesús. Veamos el contexto histórico y <la dificultad de leer la Biblia> que tenían los católicos de final de siglo XIX (cuando escribe la novela Galdós 1895), en el artículo "Teresa de Lisieux y la Escritura": <Así sucede en Teresa de Lisieux. Llama la atención porque, como en el caso de santa Teresa de Jesús, tampoco ella ha tenido acceso pleno y directo a la Escritura. Cuando vivió Teresita a finales del siglo XIX, el cristianismo reformado había hecho enormes avances en cuanto al manejo y estudio de la Palabra de Dios. Sin embargo, el catolicismo estaba muy lejos de asumir que los fieles o las personas no formadas, pudiesen disponer de un ejemplar de la Biblia para leerlo y consultarlo con libertad. Tristemente, para algunos miembros de la jerarquía esta práctica resultada peligrosa y para muchos católicos nacidos a finales del siglo XIX y todavía hasta bien entrado el siglo XX, leer la Biblia era un pecado>. Emilio J. Martínez González, Ocd. Revista Teresa de Jesús. Nº 224. Marzo-Abril de 2020.


Si recordamos la predilección de Miguel de Cervantes por los personajes femeninos, Benito Pérez Galdós no se queda atrás, pues los diálogos con Ándara, la de Polvoranca, y Beatríz, la de Móstoles, son toda una escuela de valores que brotan del hontanar de sus almas. Verdaderas confesiones de las trayectorias de sus vidas interiores, reconociendo con humildad sus errores y arrepentimientos, las que cuentan de verdad en la vida de las personas, y no las que se hacen de cara a la galería de vanidades del mundo en que vivimos, hacen de las aventuras de las falsas acusaciones que le hacen a los tres que interviene la Guardia Civil, el juez y la cárcel. El Pinto (el maltratador enamorado) otro personaje que pone a prueba su honestidad, el Parricida y el Sacrílego, son una delicia para el lector. Toda la novela es una verdadera lección de humanidad y de cristianismo, entreveradas de críticas sociales y defensa de los desvalidos, como don Quijote y Sancho. Un espejo donde nos podemos mirar, sin miedo y con esperanza, a nosotros mismo todos los lectores. Galdós me ha sorprendido desde el <hondón del alma> que diría Unamuno. Y tal vez, me atrevería a decir que, al contrario de la mítica sentencia de Ortega y Gasset en <Meditaciones del Quijote>: "Yo soy yo y mi circunstancia, si no la salvo a ella no me salvo yo"; Pérez Galdós muestra que la persona de Nazarín, y sus más íntimas convicciones que le dicta su conciencia, está por encima de las circunstancias. El lector tiene una buena meditación para su vida en la lectura de esta gran novela de Benito Pérez Galdós.


Nazarín de Galdós en versión cinematográfica completa de Luis Buñuel. México 1959.







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