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  • José María Callejas Berdonés

<Utopía y contrautopía en el Quijote>. José Antonio Maravall.

Utopía y contrautopía en el Quijote es una obra del historiador José Antonio Maravall considerado un clásico del universo cervantino. Esta edición del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (Madrid, 2005), reedita la que Maravall hizo para la celebración del IV Centenario del nacimiento de Miguel de Cervantes Saavedra (Instituto de Estudios Políticos, Madrid,1948), con el título: El humanismo de las armas en Don Quijote. Va dedicada "Al profesor Marcel Bataillon, maestro ejemplar en la investigación histórica y generoso en la amistad". Del prólogo, a cargo de Ramón Menéndez Pidal, destaco estas palabras: <La humorística concepción de Cervantes quiere darnos a conocer la cuánta distancia queda de la virtud una época en la que la más noble y pura voluntad conduce siempre al ridículo; los sentimientos de admiración y tristeza que Cervantes hace nacer en nosotros respecto a su personaje, son los mismos con los que él contempla el abandono del espíritu heróico tradicional en la época que le ha tocado vivir. De este modo, el humorismo de Cervantes convierte el libro de caballerías en un método utópico. Don Quijote, que quiere resucitar en el mundo la Edad de Oro en vez de la Edad de hierro, representa el anhelo de reforma del hombre y de la sociedad mediante la virtud heroica, pero entendida ésta en un sentido más íntimo que en la medieval caballería. Este anhelo de reforma del hombre por la virtud interior es propio del todo el humanismo, salvo que Cervantes lo encamina hacia el ideal heróico, como la mayor parte de los colaboradores de Carlos V>.


El autor en la presentación a la segunda edición de 1976 expone su tesis principal: <Comentando este libro mío, junto con otras publicaciones sobre el Quijote que vieron a la luz en esa ocasión conmemorativa, M. Bataillon advertía que mi exposición integraba dos planos distintos de utopía: la utopía quijotesca del viejo ideal de la caballería, contra el Estado moderno con sus ejércitos disciplinados y sus armas de fuego, y la utopía del buen sentido en el poder, encarnada en Sancho Panza, si bien añadía que tal vez era ésta una fórmula demasiado simplista para resumir mi obra. En realidad, ésa era la sustancia de mi obra, sin más que insistir en que ambos planos aparecían articulados hasta el punto de sostenerse que el objetivo de la primera empresa enunciaba no era otro que el hacer posible el paso a la segunda>.

En la introducción (capítulo I) el historiador José Antonio Maravall escribe: <Para la mentalidad española de fines del siglo XVI, precursora inmediata del espíritu del barroco y no menos directa heredera de la cultura renacentista -que por tales razones se halla profundamente pegada a la realidad viva, es decir, a la individualidad concreta y real, imperfecta y cambiante, de cosas y personas-, resulta inaceptable el banal idealismo literario de los libros de caballerías>. En opinión de Maravall: <Menéndez Pidal estimó como esencial para la comprensión del Quijote advertir la proximidad de Cervantes al espíritu del barroco del viejo Romancero; sólo que -a mi entender- cabe preguntarse si el Quijote surge de esa proximidad o del carácter extemporáneo que esa proximidad tiene. Conforme el propio autor resalta. Esto último es lo que propone Cervantes aceptar, distanciándose de su personaje>. Prosigue Maravall: <Creo que hay que abordar la interpretación del Quijote, no desde el punto de vista del caballero estrictamente, sino de él y de su mundo en torno. El caballero se lanza al campo para que ese mundo exista y sin tener en cuenta éste, es imposible entender a aquél>.

Vemos aquí el sentido de la sentencia de Ortega en Meditaciones del Quijote: <Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo>. Su circunstancia es, salvando las distancias, como la nuestra, España. Maravall parte <de la penosa situación de la sociedad de la época: las críticas en sus "novelas ejemplares", en algunas de sus comedias, en varios de sus entremeses, así lo revelan. Todo ello lo recoge y sistematiza en el Quijote, pero poniendo un final a cada episodio que nos haga comprender el fracaso a que van los utopistas que en el siglo XVI han pululado en el mundo español, y que en las Indias o en la Península han soñado, fuera de toda medida razonable, con el Mito de la Edad dorada... Muchos españoles, entre ellos Cervantes, se dieron cuenta, razonablemente, de que en medio de la crisis que se sufría era absurdo levantar la imagen utópica de una sociedad que se juzgaba idealmente como tradicional, frente a la incuestionable sociedad moderna... Desde ese estado de ánimo se escribe el Quijote, y si lo vemos como revelación del contraste ente la utopía humanista y aceptación del mundo moderno, buscando las posibilidades que éste tiene de corregirse, entonces el Quijote adquirirá un sentido transparente y total>. Hilvanamos a través de las palabras del historiador las ideas claves de su obra.

José Antonio Maravall pone un lúcido ejemplo para entender el pensamiento de Cervantes: <Fijémonos en cómo los conceptos de naturaleza y experiencia en Cervantes se juzgan como una anticipación del mundo de la ideas en que descansará la física de Galileo, como si esto implicara una ruptura con el mundo medieval y escolástico>. Lo que llamamos hoy el aspecto interdisciplinar del conocimiento, explica: <En Cervantes, la relación con la medicina, la filosofía, el derecho, la economía, la teología, la geografía, la náutica, etc.>. No en vano, el escritor Zygmunt Bauman, en el discurso del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades de 2010, calificó a Miguel de Cervantes como "el padre fundador de las Humanidades". Recuerdo que me encantó oírlo en directo, porque cualquiera que se acerque al conjunto de la obra literaria del alcalaíno verá esa concepción del mundo cervantina, y José Antonio Maravall es un nítido escritor en el que aparecen ejemplos de todos los ámbitos de la cultura española de su tiempo, referencias que no podemos incluir en esta recensión que invita a la lectura de esta obra clave del cervantismo.


Capítulo II. Crítica de la situación del presente. José Antonio Maravall como insigne historiador, nos advierte que la palabra "modernidad es un concepto histórico, no cronológico", y será Sancho Panza quien le aconseje del peligro de la pasión del dinero que domina la época: "un asno cubierto de oro parece mejor que un caballo, enalbardado". Para Maravall: <En la nueva situación social de la época ha pasado a ocupar el dinero el papel fundamental necesario de toda empresa en la que se quiera salir adelante, papel que antes pertenecía a otros valores o bienes, sobre todo al valor heroico y a la virtud de la persona>. En la época del Renacimiento y el Humanismo, Cervantes aporta una nueva mirada hacia el interior de la persona -nada ajena diría yo al Libro de la Vida o Las Moradas de Teresa de Jesús, que de pequeña leía libros de caballerías con su hermano Rodrigo-, es la época del reinado de Carlos V (1500-1558), de Felipe II (1527-1598) y de Felipe III (1578-1621) en la que vive Cervantes (1547-1616). La difusión de los libros y la "pasión por el dinero" avanza en toda Europa. Maravall ensalza la actitud de Cervantes que va más allá del dinero: <Pero don Quijote tiene otro fundamento para hacer valer su exención: en la forma de vida que él trata de resucitar generosamente unos ayudan a otros, nadie hace suyo más que lo que necesita y aquello que posee está dispuesto a compartirlo con el prójimo>. De ahí la gran pregunta de Sancho al discutir con Don Quijote que veía ejércitos de ovejas y carneros: <Y con tanto ahínco afirmaba don Quijote que eran ejércitos, que Sancho lo vino a creer y a decirle: -Señor, pues ¿qué hemos de hacer nosotros? -¿Qué? -dijo don Quijote-. Favorecer y ayudar a los menesterosos y desvalidos>. (I, XVIII). Maravall recuerda el tratado Socorro de los pobres de Luis Vives y que se creó la figura del "alguacil de pobres" para desenmascarar a los falsos pobres. Aquí recordamos el espíritu evangélico del buen samaritano que bien pudo conocer Cervantes en la ejemplar Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en su estancia, como recaudador de impuestos, en Granada.

Capítulo III. La reforma del hombre y la sociedad.

En este ámbito para Maravall: <Don Quijote acabará pensando, llevado de un pathos individualista moderno, que cada uno no es lo que el orden en que socialmente está colocado le hace ser, sino aquello que cada uno se hace. La magnífica experiencia individualista del Renacimiento está detrás de esta vigorización que, conforme a la doctrina de Trento, pero también a veces yendo más allá de la ortodoxia tridentina, tiene lun lugar en el pensamiento español de aquella época, respecto al principio de que las obras y no solo la fe importan, principio que hace suyo Don Quijote y formula con sobrias y ajustadas palabras: "es muera la fe sin obras"(I, L). Nada de esto pasará desapercibido a Miguel de Unamuno en sus hondos comentarios a la obra de Cervantes y a la mística de Teresa de Jesús en su, Vida de Don Quijote y Sancho, manantial de la filosofía española contemporánea. Al hilo de la reforma del hombre, José Antonio Maravall escribe: <La libertad, la indeclinable libertad de la persona, esa colosal fuerza de su individualidad, es, en consecuencia, el gran resorte para llegar a alcanzar, por obra de uno mismo, el más alto nivel. La libertad, dice Don Quijote, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre" (II,LVIII>. Para Maravall en el Quijote se va <produciendo una igualación humana de los de abajo con los de arriba: en esa línea sostiene Sancho, sin réplica de su amo, haber visto gobernadores que, a su parecer, no llegan a suela de su zapato (II,3). En esta frase hallamos no sólo un principio de igualdad, sino la rotunda afirmación del parecer propio, personal, como criterio de estimación enunciado con plena validez>. Sin darnos cuenta hemos encontrado ya en Cervantes los tres pilares de la Ilustración: libertad, igualdad, fraternidad versus solidaridad.

Para Maravall: <En Cervantes erasmista, pesan otras experiencias anteriores y posteriores, no cabe duda de que su genial creación de Don Quijote alienta un colosal reformador... "ser valiente, comedido, liberal, bien criado, generoso, cortés, atrevido, paciente, sufridor de trabajos, de prisiones, de encantos". Es decir, Don Quijote se considera logrado, se ha rehecho por dentro, porque se ha renovado según el cuadro de las virtudes morales realmente ejemplar, no ya para su profesión caballeresca, sino para el hombre en general. Se ha convertido en un hombre nuevo, porque antes esas cualidades no las poseía y nos dice haberlas alcanzado por su personal y heroico esfuerzo. Don Quijote quiere dar universal ejemplo de cómo se puede ser otro del que era, de cómo es posible al ser humano reformarse>. Maravall cita a Luis Rosales en, Cervantes y la libertad, en la que denomina el heroísmo de la voluntad de Don Quijote como "heroísmo moral"; y resalta la figura de don Jerónimo Jiménez de Urrea, uno de los caballeros que lucharon en las batallas de la Monarquía hispánica, el título de honrado se alcanza: "con ser virtuoso, justo, sufridor, bien criado, verdadero, liberal, honesto, modesto, fuerte y esforzado en todas las adversidades". El paralelismo con el texto cervantino salta fácilmente a la vista(…) Nos queda recordar su obra -añade Maravall- "Diálogo de la verdadera honra militar"... que aparece citada por Juan de Mal-Lara, cuya Filosofía vulgar es sabido constituye una fuente del pensamiento de Cervantes>. La virtud de Don Quijote encierra un elenco de valores vigentes para las personas de nuestro tiempo, y ese es un descubrimiento de la modernidad, como dice Maravall: <la reforma de la persona>.


Capítulo IV. El humanismo de las armas.

<Si es cierto que "las letras humanas a un caballero le adornan, honran y engrandecen", no cabe duda de que no le pueden dar más de lo que en su interior, en su propia persona, haya de bien, ya de antemano: La pluma -sentencia Don Quijote- es la lengua del alma" y no puede expresar otra cosas que lo que en el alma hay: "cuales fueran los conceptos que en ella se engendrasen, tales serán sus escritos>. <En ese intento de reconstrucción caballeresca se supone que, como se dio una más íntima "devotio moderna", hay una más personal práctica "moderna" de las armas. Con ella no se trata tan sólo de demostrar fortaleza en el brazo, sino en el alma; ni valor para la arremetida, sino en ser justo y cumplir con el deber. Se adquieren, de paso, todas las otras cualidades que distinguen al hombre bueno sobre los demás>. Prosigue Maravall, no antes de citar a Petrarca (considerado poeta y filósofo en el siglo XVI en España), en su obra, De los remedios contra próspera y adversa fortuna, en la que habla de la dignidad de la caballería: <-Soy hombre de armas. -¿Para qué te armas de fuera?, pues la guerra está dentro del alma; a ésta cercan y combaten los vicios. -Por triunfos y victorias soy conocido. -Muchas veces el mal es más conocido que el bien y la oscura tempestad más mirada que la serenidad. Finalmente, en eso que dices ganaste títulos para tus huesos, hablillas para el vulgo, mas para ti no nada>; y sobre las virtudes de los caballeros en las batallas: <Por eso las rechaza Don Quijote, porque él no busca en la pelea un fin de Estado, ni un resultado técnico-militar, sino un ideal humano, moral: el esfuerzo y la virtud como valores individuales de su persona>. Sin duda, como dice Maravall, conforme avanza el libro se va acentuando el carácter personal de Don Quijote, algo que indica también sobre el caballero Menéndez Pidal. Sin olvidar diría yo, a Sancho Panza, el otro personaje esencial de la obra.


Capítulo V. La transmutación de la realidad.

José Antonio Maravall se pregunta <¿Qué hace entonces Cervantes para lanzar a su héroe a tan extraordinaria acción como esa que requiere la tarea que se propone llevar a cabo?: una transformación de todo lo real. Este tema, la trasmutación del mundo de lo real y cómo se tiene que llevar a efecto para construir sobre ella las líneas de la obra de una existencia caballeresca, es un aspecto decisivo para la inteligencia del Quijote. Hay una doble transformación de la realidad en el Quijote. Aquella que le hace a su protagonista sufrir el efecto de que las cosas no se le aparezcan como real y verdaderamente son. Y aquella otra, mucho más profunda, que él lleva a cabo para crear las condiciones de realidad necesarias al objeto de llevar a término la acción heroica>. Luego ilustra con unos bellos versos de la obra, Saber del mal y del bien, de Calderón: "Que tal vez los ojos nuestros // se engañan y representan// tan diferentes objetos // de lo que miran, que dejan // burlada el alma">. Se entreveran referencias al Persiles o al Coloquio de los perros, y Maravall llega a la vía del encantamiento del caballero en trascendental diálogo: <Ya te he dicho, declara por eso Don Quijote a Sancho, que todas las cosas trastuecan y mudan de su ser natural los encantos. No quiero decir que las mudan de uno en otro ser realmente, sino que lo parece, como lo mostró la experiencia en la transformación de Dulcinea, único refugios de mis esperanzas> (II, XXIX). Para mí una de las más bellas sentencias del Quijote, como ya deje escrito en, Persona y ética en El Quijote, disponible en esta página web en la sección ¿Quiénes somos?


Capítulo VI. La utopía del buen discurso.

Para Maravall: <Cuando Sancho... expresa su admiración por las virtudes del Caballero del Verde Gabán, éste, que representa una paradigmática figura del hidalgo del humanismo, le contesta: "Vos, sí, hermano, que debéis de ser bueno, como vuestra simplicidad lo muestra". Añade Maravall que: <Cervantes, después de escribir La Galatea y en los años siguientes a la misma, cae en la cuenta de su imposibilidad, de su absurdo. Y lo que escribe es una genial respuesta negativa a esa esperanza. La segunda parte de La Galatea vendrá a ser el Quijote, derrumbamiento del doble mito caballeresco y pastoril>. Porque: <Atenerse al paradigma de la naturaleza, tal es el principio básico de la convivencia social y del comportamiento individual en la edad de oro, en cuya restauración se compromete Don Quijote>. Obsérvese la vigencia ecológica del texto de Maravall: <La naturaleza es el gran tema del diálogo y discursos filosóficos y morales del renacimiento; es el marco de los libros de caballerías que contienen un tipo pleno de vida en el campo (los palacios señoriales en esos libros, son palacios rurales, levantados en medio de una sociedad campesina; son, pues, el otro elemento que completa la imagen de las cabañas)>. Por cierto, me viene a la memoria al hablar de filosofías Sancho y Don Quijote, cuando dice Sancho: <Rústico soy, pero no tanto, que no entienda cómo se ha de tratar con los hombres y con las bestias. —Eso creo yo muy bien —dijo el cura—, que ya yo sé de esperiencia que los montes crían letrados y las cabañas de los pastores encierran filósofos>(I,L). Cervantes refleja sus conversaciones con nobles y humildes de los pueblos de España. Hay que tener en cuenta que, en 1587 en Sevilla, fue nombrado comisario de abastos de la Armada Real y de la flota de galeones de las Indias y, en una España con hambre, el cargo provocaba conflictos al requisar trigo y aceite a los campesinos.


No podía faltar una alusión de Maravall al Cervantes dramaturgo: <En su Numancia, que constituye una de las más bellas obras de nuestro teatro clásico, incomparable en su fuerza trágica a las de nuestros grandes dramaturgos, representa Cervantes la tragedia de la libertad de España y en ella se contiene la bellísima profecía del Duero, que es un canto a esa que concibe como grandioso destina>. Junto a la libertad aparece la justicia. Maravall hace referencia a Juan de Santa María y sus dos clases de justicia: <una común, que ordena al hombre para con la república, y otra particular, que le ordena para el prójimo>. Y a la justicia legal y distributiva en Aristóteles y a la justicia en Platón, aunque Cervantes va más allá con la justicia como ideal, apostilla Maravall: <Es más, la justicia del Estado frente a la persona singular Don Quijote la concibe también como relación particular -bien manifiesta así en el episodio de los galeotes>. En la voluntad de justicia de Don Quijote encontrará María Zambrano, en Hora de España: <Cuando Kant, casi dos siglos más tarde, presenta las condiciones de la voluntad pura, nada añade que esté en el querer firme, en la entereza de voluntad del Caballero de la Mancha>. Parece como que nuestra filosofía se vistiera de literatura. Maravall señala que en la época de Cervantes era muy leída la: <Filosofía vulgar de Juan de Mal-Lara: que no es más que una colección de mil refranes comentados. Y esa "filosofía vulgar"(en la que el vulgo está tomado en el sentido de pueblo, o mejor, del común) es la que Sancho posee>. Refranes que hoy en día gozan de mucho éxito en todas las redes sociales, toda una caterva de aforismos para mejorar la calidad de vida.


Capítulo VII. El libro de caballerías como método utópico.

Por último, acabamos con esta espléndida síntesis de José Antonio Maravall: <Hay, sin embargo, entre algún otro ejemplo, una obra de autor español que contiene la imagen de un mundo en su totalidad, y puede, a nuestro parecer, ser objeto de filiación como utopía, aunque sólo en cierta manera: el Quijote. Y aun así, con las peculiares y específicas notas que habría que presentar la literatura utópica en España. Sin embargo, después de hecho el montaje de su mundo utópico apoyado en la voluntad transformadora de su personaje central, Cervantes, da la vuelta a su punto de vista y, contemplando su creación bajo el prisma de la ironía, convierte aquélla en lo contrario de lo que pudo ser. Hace de ella finalmente una contra-utopía>.

Por esta razón, recomendamos la lectura de esta lúcida obra a los lectores, y no sólo por el diáfano punto de vista de la obra de Cervantes, sino por la transparente manera de enfocar la Historia de España que tanta falta nos hace hoy para la convivencia pacífica en nuestra democracia.


José María Callejas Berdonés.

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