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  • José María Callejas Berdonés.

<El Estado en Ortega y Gasset>. Fernando H. Llano Alonso. Prólogo de Gregorio Peces-Barba Mart

Nunca imaginé la vigencia del libro de Fernando Higinio Llano Alonso, profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad de Sevilla, <El Estado en Ortega y Gasset>, desde mi perspectiva como filósofo; desde la jurídica dará cuenta el magnífico prólogo de Gregorio Peces-Barba (Madrid-1938-Oviedo-2012), que fue Catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid. Así mismo, recomiendo la <recensión de Luis Lloredo de la misma Universidad>. Este libro cayó en mis manos gracias al profesor Fernando Llano, entre otras circunstancias, por una imprevista, pues era mi primera actividad como profesor emérito de filosofía de instituto -en el barrio de Chamberí donde nací-, en la Fundación Ortega y Gasset con motivo del Congreso Internacional celebrado en Madrid en el que se presentó la nueva edición de las Obras Completas de Ortega, con nuevas lecturas y perspectivas (12 al 15 de noviembre de 2011) de los mejores especialistas en Ortega. Allí disertó el profesor Llano sobre, Ortega y su legado intelectual europeo, y en el animado coloquio le pregunté sobre el papel de las Humanidades en Europa, como reconocimiento al impulso decisivo del Instituto de Humanidades fundado por Ortega, en 1948 en Madrid, junto a Julián Marías.


El libro, según el profesor Peces-Barba, está escrito con cariño y respeto a Ortega y Gasset, lo cual no es óbice, para señalar aciertos y errores del filósofo en la genealogía del Estado. Por ejemplo, el afirmar que:<el Estado no nace ni de la utilidad ni de la justicia, sino del deporte, que para Ortega es sinónimo de lo festivo>. El profesor Llano hace una crítica serena "del sistema de gobierno de la Restauración canovista que vivía de espaldas al pueblo está llena de sentido común". Para Peces-Barba es clave que: "Ante la aparición, muy pronto, de las dos Españas se sintió -Ortega- importante ante la voluntad de un Estado de todos, porque gobernar para él <contar con todos>. Destaca otro mérito del profesor Llano como es estudiar: "en profundidad la idea de Nación en Ortega y la consideración de España y Europa como circunstancias, donde aparece su idea dinámica de la Nación como proyecto de vida o empresa común abierta al futuro, y constituida en Estado". Enfoque vigente en el 40 Aniversario de la Constitución de 1978, no olvidemos la gran aportación de uno de los ponentes, Gregorio Peces-Barba, que escribe: "La idea del profesor Llano de una lejana influencia de Ortega en nuestro Estado de las autonomías de la Constitución de 1978, parece sostenible, como desarrollo de sus ideas, siempre que no exista confrontación separatista y nacionalista española".


En la introducción, para el profesor Llano el libro póstumo de Ortega, "El hombre y la gente" (1957), es el más "jurídico": <La tesis principal que defiende Ortega en este trabajo es que cualquier caracterización del fenómeno jurídico requiere el estudio previo de la teoría de la vida social. Se da la circunstancia de que, en ese momento especialmente fecunda de su carrera intelectual, Ortega estaba especialmente interesado en afirmar su ontología de la vida como realidad radical. Este dato es digno de ser tenido en cuenta porque, como advierte Ciriaco Morón, sirve para justificar por qué el libro afirma tan excesivamente la estructura de la vida como puramente personal. En este ensayo, el descubrimiento del "otro", de la gente, de los usos, es algo que se considera como un apéndice, a la vez que reconoce la dimensión social de "la gente" se halla inserta en la percepción de la propia vida. De este modo -prosigue el profesor Llano-, nos encontramos con una situación paradójica de la teoría social orteguiana: que en ella, conviven usos tan simples como un saludo, con otros mucho más complejos, como los usos institucionalizados. En esta escala de usos del Estado ocuparía una posición privilegiada, pues en realidad representa la institución social por excelencia>. Esta obra del profesor Fernando Llano viene a llenar -como él mismo escribe- una laguna doctrinal del ámbito jurídico en Ortega. Y, bienvenido sea, al ámbito filosófico. Ahora, junto al perspectivismo metafísico y gnoseológico (teoría de la verdad), se integra el jurídico como otra dimensión del pensamiento de Ortega.


Las tres partes del libro del profesor Fernando Llano Alonso:

1ª) El Estado desde una perspectiva histórica.


Fernando H. Llano Alonso. El Estado en Ortega y Gasset. Editorial DYKINSON. Madrid. 2010. Prólogo de Gregorio Peces-Barba Martínez.

En la primera parte aborda la <Teoría orteguiana sobre el origen deportivo del Estado>, desde el concepto, acuñado por Ortega, de "razón histórica" que reabsorbe el de "razón vital" con el que inicia su pensamiento filosófico en Meditaciones del Quijote. El profesor Fernando Llano empieza con la idea orteguiana de: <que toda realidad humana, por su historicidad, consiste en venir de algo pasado e ir hacia algo futuro. Por tanto, que es una realidad sustancialmente móvil>. "Una interpretación de la historia universal. En torno a Toynbee". (1948). "En torno a Galileo", decía Ortega: <Porque en la vida humana va inclusa toda otra realidad radical>, y explica "por qué la historia" es: "la ciencia superior, la ciencia de la realidad fundamental ella y no la física>. Como filósofo recordaría el artículo de Ortega, "Aurora de la razón histórica", (1935) incluido por Paulino Garagorri en su edición: <Sobre la razón histórica> (Revista de Occidente-Alianza), en el que Ortega comenta a Dilthey: <Y pronto hemos caído en la cuenta de que la razón física tenía que fracasar ante los problemas humanos. Porque el hombre no tiene naturaleza, no tiene un ser fijo, estático, previo o dado. (...) En suma, que el hombre no tiene naturaleza sino que tiene... historia. Ha llegado el momento de que la razón que era sólo física se libere de esta limitación y de que el hombre crea en la razón histórica>. El profesor Llano documenta su ensayo, paso a paso, con múltiples referencias de la obra de Ortega al hilo de su argumentación coherente y exhaustiva del ámbito histórico-jurídico.


El profesor Llano contrasta la "Teoría sobre los orígenes del Estado" de Ortega con otras fuentes principales de Bergson, Durkheim, Levy-Brühl, Spengler, Toynbee o Weber, entre otros, como la sociología de Spencer, o la historiografía grecorromana de Mommsen. Cita un texto clave de Ortega: <El Estado no es simplemente la sociedad, es decir, el simple trato entre los hombres (...) El Estado no nace de la utilidad ni de la justicia, sino estrictamente del deporte>. (El origen deportivo del Estado. II> (1925). Para Ortega el Estado no surge del contrato social ni de la doctrina tradicional de la familia como institución previa a aquel: <sino que más bien surge a raíz de la creación de una suerte de "clubes de jóvenes" (...) Ortega postula la génesis histórica instintiva e irracional del Estado ilustrando dicha convicción con una curiosa sentencia: "(...) la primera casa que el hombre edifica no es la casa de la familia aún inexistente, sino el casino de los jóvenes". Para Ortega y Gasset la tribu se constituye en generaciones de hombres jóvenes, maduros y viejos, pero se rigen por los jóvenes que se decidieron a: <convivir, esto es, a la vida en común>.


Escudo del Atlétic Club. 1913-1922. (La cita de Ortega es de "Vieja y nueva política" de mayo de 1914).

Así para Ortega: <Vemos, pues, que la primera sociedad humana, propiamente tal, es todo lo contrario que una reacción a necesidades impuestas. La primera sociedad es esta asociación de jóvenes para robar mujeres extrañas al grupo consanguíneo y dar cima a toda suerte de bárbaras hazañas. Más que a un Parlamento o Gobierno de severos magistrados, se parece a un Atlétic Club. Dígame el lector si es tan excesivo como en un principio pudo parecerle proclamar el origen deportivo del Estado>. (La imagen y la negrita es mía para resaltar las ideas claves).


El profesor Llano recorre la historia institucional de Roma al hilo de Ortega que reconoce el mérito de los romanos de ser:<el pueblo con mayor genio para intentar instituciones>. Se plantea la libertad del hombre en el seno del Estado al vivir conforme a las instituciones que ellos mismos se han dado. Ortega pone a Cicerón como el ejemplo de "proto jurista romano por excelencia". Destaca el profesor Llano la idea de Ortega del valor de la concordia política como:<el cimiento último de la sociedad estable>. Creo que deja su huella indeleble en el emblema moral de la Constitución de 1978 que fue, como reza el epitafio del presidente Adolfo Suárez, <La concordia fue posible>. Actualmente, la necesitamos en el 40 Aniversario de la Constitución, pues la concordia es condición sine qua non para reformarla y adaptarla a la sociedad del siglo XXI. Otro ejemplo histórico son los acontecimientos jurídico-políticos de la época de la Restauración, y la conferencia de Ortega <Vieja y nueva política>,-1914-, de talante reformista en la que trata de superar la contraposición de la España oficial y de la España vital. (Hoy diríamos de la España real desencantada de los "políticos"). Ortega, en "La rebelión de la masas", dado su espíritu liberal, ya advierte del peligro del estatismo. Y de la amenaza vigente del hombre-masa del que habla Ortega en su obra, como un ser ávido de derechos, que se olvida, olímpicamente, de sus deberes.


El profesor Llano, con espíritu ecuánime, describe la grave situación de España en los prolegómenos de la Guerra Civil, cita a Ortega y subraya su vigente lección de convivencia: <en la actualidad gobernar es contar con todos>. El sentimiento de frustración que embargaba a la mayoría de los españoles, según el profesor Llano: <meses después de haber apoyado en las urnas un cambio de régimen y el advenimiento de la República, les hacía decirse para sus adentros, con desasosiego y descontento: <¡No es esto, no es esto!>, que lamentaba Ortega. El manifiesto firmado el 30 de julio de 1936 por un numeroso grupo de intelectuales en defensa de la República, ante la sublevación militar del ejército de Franco, entre otros por Ortega, recuerda el profesor Llano que firmó bajo presiones y se arrepintió. Lo mismo le pasó a María Zambrano. Tristemente, el 31 de diciembre de 1936 murió Miguel de Unamuno, hondamente dolido por nuestra fratricida <guerra incivil>.


2ª) El Estado desde una perspectiva socio-jurídica.


Fernando H. Llano Alonso. El Estado en Ortega y Gasset. Editorial DYKINSON. Madrid. 2010. Prólogo de Gregorio Peces-Barba Martínez.

La segunda parte trata, "El Derecho y la idea de Estado en José Ortega y Gasset", en la que hace un prolijo análisis de la teoría orteguiana en el mundo jurídico, para el profesor Llano, tenía previsto, una vez publicado el ciclo de conferencias en el Instituto de Humanidades 1949-50, "<El hombre y la gente">: (enlace edición de P. Garagorri y Editorial Jurídica) <hacer una exposición sistemática de la ontología del Derecho y el Estado, tal y como dejó apuntado en el programa anunciado para el siguiente curso>. Ortega quería abordar los temas principales de la Filosofía del Derecho, como dice el profesor Llano, en la línea de Kant y su Metaphysik der Sitten (La metafísica de las costumbres); y de Hegel y su Philosophie des Rechts, (Filosofía del Derecho): <que era posible hacer iusfilosofía como filósofo, y no sólo como jurista>. Después hace una lúcida crítica del "antiestatismo" en Ortega con textos de "La rebelión de las masas", entre otras obras, que revelan una investigación hecha a conciencia por el profesor Llano.


El apartado de "La concepción raciovitalista de la justicia" constituye el núcleo filosófico esencial: <Ortega opta por desarrollar una idea revolucionaria que descubrió durante su segunda estancia en Alemania: <que la vida personal es realidad radical y la que vida es circunstancia>. <(Según Ortega a esta idea tan original, sólo se podía llegar a través de Kierkegaard y Dilthey)>. Yo diría que la cuestión de la persona también le llegó a través de Unamuno. El profesor Llano cita al gran jurista, A. E. Pérez Luño (autor que he trabajado en mis clases de Ética en el tema de los Derechos Humanos) quien sostiene que al final de la etapa germánica: <Ortega sitúa su axiología raciovitalista en las antípodas de esa concepción fenomenológica>. Para el profesor Llano, Ortega <prioriza la idea de justicia en detrimento de la seguridad, nos encontramos que el derecho pierde su esencia inexorable... como decía Ortega: "a fuerza de hablar de la justicia, se ha aniquilado el jus">. De nuevo, Pérez Luño, sobre el pensamiento orteguiano, dice que: <conduce a la exigencia de dotar al valor de la justicia de las condiciones de sociabilidad, historicidad y vitalidad que son constitutivas de la filosofía raciovitalista>. Y el broche de oro: <Ortega nos advierte de la necesidad de que el valor de la justicia no se conciba como un mero ideal abstracto del debe ser, válido en sí mismo al margen de la experiencia, sino que se piense en él como "un valor vital penetrado de las perfecciones arquetípicas manifestadas en los mejores modelos históricos de juridicidad>. En esta línea hermenéutica recomiendo a iusfilósofos y juristas el magistral discurso del que fue Presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, el eminente jurista Antonio Hernández Gil, "De nuevo sobre el Derecho Natural".


3ª) El Estado desde una perspectiva política.

3.1. Se estudia el concepto orteguiano de Estado como forma de organización política en sentido teórico (en el plano nacional y en el europeo). 3.2. Describe las líneas programáticas del Ortega comprometido con la pedagogía social a través del impulso, junto a otros intelectuales, de la Liga de Educación Política, la regeneración de la política nacional y la europeización de España. En este contexto hay dos logros, según el profesor Llano, por un lado: <una propuesta decidida por la reforma territorial del Estado (corresponde a Ortega el mérito de haber prefigurado un mapa preautonómico para España vertebrado en nueve o diez grandes comarcas), y, por otro lado, con su defensa de una política nacional que fuera capaz de integrar a la Nación dentro del Estado>.


La tercera parte: "El Estado y la idea orteguiana de Nación. España y Europa como circunstancias", es el título del artículo del profesor Fernando Llano Alonso al que se le concedió el Primer Premio de la IX Edición de Artículos Jurídicos <García Goyena> convocado por la Facultad de Derecho de la UNED, el 11-3-2010. Lo primero que hace es, al aclarar la idea de nación, avisar a navegantes que interpreten a Ortega como nacionalista español: <Difícilmente, podría asumir una interpretación nacionalista de la nación quien, como Ortega, creen que el nacionalismo es un concepto agresivo, tribal y excluyente que se halla en las antípodas de su idea integradora y plural de España, una realidad entendida como "gran unidad histórica", y como "unidad de destino", que habrá de converger junto a las demás grandes naciones de Europa en un espacio de convivencia común (es decir, en la realidad ultranacional sobre la que algún día se edificará el Estado supranacional europeo).> Luego cita a Ortega en "De Europa Meditatio Quaedam": <a la Nación la hace la Historia, por eso es de tanta suculencia>. (Conferencia pronunciada en Berlín en 1949). El profesor Llano examina el carácter dinámico de la Nación como proyecto de empresa común abierto al futuro, y lo sintetiza muy bien: <En esta empresa común se combinan, a la vez, dos fuerzas: la vis a tergo de la tradición ("el arrastre inercial del pasado") y la vis proiectiva ("la fuerza creadora de futuro" o "el ideal de vida hacia el porvenir")>, Lo que importa en definitiva es, prosigue su referencia a Ortega, en La rebelión de la masas: <No lo que fuimos ayer, sino lo que vamos a hacer mañana juntos nos reúne en el Estado>.


Y tratando el problema del particularismo como uno de los males que aquejan a España, el profesor Llano, refiriéndose al período de entreguerras (década de los 20), escribe: <Este es el principal motivo por el que Ortega asevera en España invertebrada que: "Hoy es España, más bien que una nación, una serie de compartimentos estancos">. Tras estas palabras, el profesor Llano trae a colación estas otras no exentas de pesimismo orteguiano: <Castilla ha hecho a España, y Castilla la ha deshecho(...) España se va deshaciendo, deshaciendo... Hoy ya es, más bien que pueblo, la polvareda que queda cuando por la gran ruta histórica ha pasado galopando un gran pueblo>. Contrapone a esa postura la del gran historiador Claudio Sánchez Albornoz: "Castilla hizo a España y España deshizo a Castilla>. Y alude, oportunamente, a la lúcida <tercer vía> -como él mismo denomina y cita a Julián Marías en España inteligible: <Castilla se hizo España>, idea matizada por Julián Marías posteriormente: <Castilla se dedicó, no a hacer España, sino a hacerse España>.


Unas luminosas meditaciones sobre el pueblo español de Ortega y Gasset en su discurso, <Rectificación de la República>, centran la exposición del profesor Llano que vuelve a citar a Ortega, aplicando el orteguiano método de Jericó, con estas vigentes palabras: <Las necesidades del Estado actual son de tal cuantía y tan varias que necesitan la permanente prestación de todos sus miembros, y por eso, en la actualidad, gobernar es contar con todos. Por tal necesidad, que inexorablemente imponen las condiciones de la vida moderna, Estado y nación tienen que estar fundidos y en uno: esta fusión se llama democracia>. A continuación, el profesor Llano, trata la proyección del concepto de nación de Ortega al ámbito europeo como una salida a la crisis de la España de su tiempo, e intercala un paralelismo de Ortega en De Europa Meditatio Quaedam, de platónica resonancia: <Una nación es una intimidad en sentido homólogo a como es una persona>. Y digo platónica resonancia porque en La República, Platón compara la nave del Estado con el alma interior.


Fernando H. Llano Alonso. El Estado en Ortega y Gasset. Editorial DYKINSON. Madrid. 2010. Prólogo de Gregorio Peces-Barba Martínez.

Por último, el profesor Llano expone críticamente la idea de Europa en Ortega y destaca estas palabras: <La unidad de Europa no es una fantasía, sino que es la realidad misma, y la fantasía es precisamente lo otro: la creencia de que Francia, Alemania, Italia o España son realidades sustantivas, por tanto, complejas e independientes>. Ortega vio en sus últimos años de vida que el tiempo le daba la razón. (Por razones obvias, no puedo entrar ahora en la controversia sobre Europa entre Unamuno y Ortega, tal vez, ambos tuvieran su parte de razón). Así, prosigue el profesor Llano, el proyecto de Europa, <a iniciativa de Robert Schuman y Jean Monet, y contando con el entusiasta apoyo de Konrad Adenauer, institucionalizó en 1951 la Comunidad Económica del Carbón y del Acero, (CECA), organización que en sus orígenes contaba tan sólo con seis países miembros (Alemania, Bélgica, Francia, Holanda, Italia y Luxemburgo)... embrión de la futura Unión Europea.

Al calor de este acontecimiento tan importante en la Historia de Europa, escribiría Ortega: "La idea de Europa, y especialmente la de una economía europea unitariamente organizada, es la única figura que hallamos en nuestro horizonte capaz de convertirse en dinámico ideal. Sólo ella podría curar a nuestros pueblos de esa incongruencia desmoralizadora entre la amplitud ultranacional de sus problemas y la exigüidad provinciana de sus Estados nacionales">.


Respecto al Apéndice, dos apuntes, el primero sobre la importancia de la educación que divulgaba por toda España, así decía en Bilbao en 1910: <Si educación es transformación de una realidad en el sentido de cierta idea mejor que poseemos y la educación no ha de ser sino social, tendremos que la pedagogía es la ciencia de la transformar las sociedades. Antes llamamos a esto política, he aquí, pues la política se ha hecho para nosotros pedagogía social y el problema español un problema pedagógico>. Para mí, sin duda, Ortega utiliza el término política en sentido aristotélico, en cuanto ética cívica para convivir.


El segundo sobre la controversia separatista del País Vasco y Cataluña, el profesor Llano hace una espléndida síntesis de las raíces históricas y políticas desde la época de la Restauración, y muestra la posición tajante de Ortega al convenir con Antonio Maura en que: <El centralismo ha hecho de España un cuerpo con una sola cabeza -Madrid- y ha dejado decapitadas las provincias. No sólo en el sentido político, sino en el orden intelectual y moral>. Luego en 1932, vendría el Discurso sobre el Estatuto de Cataluña en el Congreso. El profesor Llano alude a las memorias filosófico-políticas de Gregorio Peces Barba, uno de los padres de nuestra Constitución del 78 en las que reflexiona sobre las causas del fracaso de la Constitución republicana de 1931, y como redactaron la actual para prevenir a la sociedad de los mismos errores. Desgraciadamente, el terrorismo de Eta intentó, sangrientamente, destruir la democracia española sin conseguirlo, ahora, con el golpe de Estado institucional dado por los independentistas vuelve el enfrentamiento civil. Hoy cobran, de nuevo, sentido las palabras de Ortega: <Pues bien, señores; yo sostengo que el problema catalán, como todos los parejos a él, que han existido y existen en otras naciones, es un problema que no se puede resolver, que sólo se puede conllevar, al decir esto, conste que significo con ello, no sólo que los demás españoles tenemos que conllevarnos con los catalanes, sino que los catalanes también tienen que conllevarse con los demás españoles>. Y, por si fuera poco, el profesor Llano apostilla brillantemente, con esta sabia intuición del filósofo madrileño: <Un Estado en decadencia fomenta los nacionalismos: un Estado en buena ventura los desnutre y los reabsorbe>.


Con esa buena ventura, quijotesca y sanchesca, agradecemos, no sólo la paciencia al lector, sino al autor esta lúcida meditación de España. Y puede estar orgulloso Fernando Higinio Llano Alonso que, como sugiere él mismo en la introducción, parafraseando una sentencia de Montaigne, "preferiría que esta obra fuera criticada por carecer de ingenio, antes que por no hacer honor al buen juicio"; pues en mi caso, no sólo ha mejorado el buen juicio en mi vida personal, sino en mi ánimo de convivencia en la España plural en que vivimos. Igual que Cicerón dedicó a su hijo Marco, <De officiis>, (Los deberes), con el cariño de padre que cumple con su deber respecto a sus hijos, cuya sabiduría se trasluce en este libro: <Porque ningún aspecto de la vida -ni en los asuntos públicos ni en los privados, ni en el foro ni en casa, ya actúes tú solo, ya en empresa común con otro- puede estar libre de deber; en su cumplimiento se apoya toda su honorabilidad, y en su abandono toda ignominia>.




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