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  • José María Callejas Berdonés.

El Museo del Prado en la obra del dramaturgo Antonio Buero Vallejo.

Con motivo del Bicentenario del Museo del Prado (1819-2019) esbozo unas pinceladas sobre la influencia del patrimonio artístico del Museo en la obra del dramaturgo Antonio Buero Vallejo (Guadalajara, 1916, Madrid, 2000), Premio Cervantes en 1986. Él mismo escribe: <Me llamo Antonio Buero Vallejo: "Soy, pues, escritor, pero soñé con ser pintor. Aún no sé a qué atribuir el cambio de los pinceles por la pluma. Y conste que no es una figura retórica; yo escribo a mano. A mis veintitrés años pensé que yo tendría que escribir, quizá porque la tremenda época en que vivimos iba ya dejando en mí un poso de experiencia personal que parecía requerir más que la expresión pictórica, la literaria. Contribuyeron también sin duda a fijar la idea los diez años duros que pasé entre guerra y posguerra, durante los cuales el aprendiz que yo era se desentrenó decisivamente porque apenas tuve ocasión de pintar. Pero tal vez la razón verdadera fuese que yo no era pintor y que lo comprendí a tiempo. Me puse a escribir teatro en 1946 (En la ardiente oscuridad)>.


En la época de juventud Antonio Buero Vallejo recibe el primer premio literario (con dieciséis años) del concurso convocado por la Federación Alcarreña de Estudiantes con el relato breve: <El único hombre>. Otros dos textos aparecen en la Gaceta de Bellas Artes: <Temas para un concurso>, en noviembre de 1935 (nº 451), y <Por el buen velazquismo> (Prolegómenos a un manifiesto necesario>, en enero de 1936, (nº 453), ambos con el pseudónimo Nicolás Pertusato. (Los tres textos están publicado en el apéndice del libro: Antonio Buero Vallejo, dramaturgo universal. Edición de Mariano de Paco y Fco. J. Díez de Revenga. CajaMurcia. 2001). En <El único hombre> dice Buero: <Por mi cabeza había pasado y repasado muchas veces todo lo grande, todo lo sublime, todo lo hermoso... Son muchas las cosas en las que pensé para mi trabajo... Pensé, entonces, una nueva modalidad de Don Quijote... o la vieja polémica sobre la existencia de Homero... Y al fin, sin saber que hacer... me lancé a la calle... Estaba abierto el Museo (del Prado), y entré en él... Me dirigí a la sala del Greco, quería ver detenidamente "El Caballero de la mano en el pecho". Iba distraído y, sin darme cuenta, me encontré en la sala de las "Meninas". Me alegré, y pensé, entonces, dedicar un buen rato a la contemplación de este maravilloso cuadro>.

Diego Velázquez. Las meninas, Museo del Prado.

En el segundo relato, <Temas para un concurso>, escribe Buero Vallejo: <"Sé de sobra que la afirmación que voy a hacer ahora se va a quedar en el aire...Y la afirmación es ésta: hablo de un Velázquez insuperado, porque ni Goya, ni los impresionistas, ni Zorn, ni Sorolla, ni nadie, en fin, hasta ahora, ha marcado una superación verdadera del concepto óptico Velazqueño. Y esto decepciona, porque plagiando a Nietzsche –y esta es una frase que habría que escribir en la pared de todos los estudios- tenemos que decir ahora que Velázquez es algo que tiene que ser superado”. (Se refiere a una afirmación que hace Nietzsche, en "Humano demasiado humano" y en "Así habló Zaratustra": <El hombre es algo que debe ser superado>).


En el tercer relato, <Por el buen velazquismo>, parte de una reflexión sobre Velázquez del pintor Roberto de Gandía, y el propio Buero hablando de su adolescencia artística escribe: <Desde entonces este pintor -Velázquez- constituyó mi secreta preocupación. Indudablemente, la mejor manera de obrar hubiera sido intensificar y enriquecer ésta en la contemplación de los infinitos intereses que ofrece la pintura velazqueña>. Prosigue Buero su meditación sobre la visión "física" del natural, y escribe: <Entonces vi claramente a la inversa, esto es, en su orden lógico, el curso de mis preocupaciones velazqueñas, y comprendí cómo Velázquez, que era ante todo pintor de la cabeza a los pies, en vez de hacer de la pintura un campo de experimentación de sus anhelos metafísicos, dedicó toda su inquietud a la resolución del problema de la visión>. Para el joven Buero: <El buen velazquista no es una posibilidad, ha existido y existe. Todo aquel que, consciente de la importancia de Velázquez, comprende que su concepto de la visión debe ser superado, aunque, por otra parte, esté seguro de que no lo ha de conseguir en su vida, es un buen velazquista>. Buero pone como ejemplos a Manet, Monet, Renoir, Degas, Zorn, Sorolla y Goya. <Nada más y nada menos que eso fue Goya>.


Otro acontecimiento clave de la vida de Antonio Buero Vallejo fue su participación, junto a otras personalidades de la cultura, en la <Junta de incautación y protección del Patrimonio Artístico>. Ver: <El salvamento del Museo del Prado (I). El Patrimonio Artístico durante la II República (1931-1939), por Susana Calvo Capilla>. Probablemente Buero Vallejo hiciera algunos de los carteles en defensa del patrimonio artístico de alumnos de Bellas Artes, junto a múltiples dibujos de Buero Vallejo publicados en <La voz de la Sanidad>, cuerpo en el que participó del lado republicano en la Guerra Civil, todo ello se ve en esa joya literaria ilustrada titulada: <Buero antes de Buero>. Junta de Comunidad de Castilla-La Mancha. 2007. Edición y estudio de Luis Iglesias Feijoo. Texto y dibujos de Herederos de Antonio Buero Vallejo. (Incluye los tres relatos citados).


A lo largo del libro se narra la biografía y la trayectoria artística de Buero Vallejo, se muestran acuarelas de Buero. También se hace referencia a la crítica de Buero al supuesto juego de perspectivas del espejo que se colocaba hace años, en la sala de Las meninas del Museo del Prado, frente al cuadro. El público veía de espaldas el cuadro. Este asunto lo analiza con rigor científico en su artículo: Tres maestros ante el público. (Valle-Inclán, Velázquez, Lorca). Obras completas, II, Poesía, narrativa, ensayos y artículos. Edición crítica de Luis Iglesias Feijoo y Mariano de Paco, págs.185-196. Espasa-Calpe. Madrid. 1994.


El primer cuadro que contempló Buero fue El Caballero de la mano en el pecho, de El Greco (Candía-Grecia 1541-1614 Toledo). Un autor clave en su obra, su última obra, Misión al pueblo desierto (1999) trata del rescate de una obra de El Greco (una variante de La Anunciación). Hay un rasgo autobiográfico cuando los revolucionarios tratan de preservar el cuadro, Damián le dice a Plácido: <Sólo si el cuadro está todavía en el pueblo, que es lo que hay que comprobar. (A Plácido.) ¿Tan republicano te sientes tú? (Plácido se echa a reír). Damián: ¿Se puede saber de qué te ríes? Plácido: ¡Y pensar que yo también temí que vosotros me quisierais matar! (Entre risas). Pero en cuanto os escuché comprendí que no soy tan tonto como vosotros, pongo por caso. (Damián va a levantarse. Lola lo detiene con un ademán. Plácido habla ahora con seriedad.) Sí, soy un antifascista. (Baja la voz). Y también un artista, aunque modesto. Y por lo que yo sé, en nuestra zona se intenta proteger el tesoro artístico, en vez de lanzas bombas incendiarias al Museo del Prado o cargarse en Guadalajara el maravilloso Salón de Linajes del Palacio del Infantado, como han hecho los aviones facciosos. Y es la República la que salvará el Greco de los marqueses, como ha salvado el mismo Prado de los sublevados...y de algunos de los tuyos>. Plácido dice que hay que evitar la violencia para edificar una España mejor y confía en los que organizaron la Junta de Protección del Tesoro Artístico. Y sentencia:<Pero si los revolucionarios no saben ser más humanos que los opresores, la Revolución fracasará>. En esta obra de Buero creo que hay un mensaje vigente de reconciliación, mediante el arte, de los españoles.


Luis Iglesias Feijoo cita la obra de teatro de Buero, La Fundación, que habla de Vermeer. (Acto I (II). Tomás abre un libro de reproducciones en color y se detiene en una; dice que Terboch era un maestro, y responde Tulio que ese cuadro no es de Terboch, y le dice a Tomás: Un pintor está sentado y de espaldas, a una muchacha coronada de Laurel y con una trompeta. ¿Es ese? Tomás: El mismo. Tulio: ...Ese cuadro es de Vermeer>).


Iglesias Feijoo hace referencia al Libro de estampas y a la Revista La voz de la Sanidad con la que colaboró Buero Vallejo, como soldado de la República, que incluye numerosos dibujos y textos, y alude a <Tres cuadros de la humanidad sobre "La piedra de la locura" del Bosco, Van Hemessen y Teniers. Entre los números que conservaba Buero figura un artículo sobre <Apuntes sobre Mayno, la cura y otras cosas>, en que aparece el cuadro <La recuperación de San Salvador de Bahía>. Buero Vallejo coincidió con el poeta Miguel Hernández en un hospital de campaña en Benicasim y en la cárcel Conde de Toreno, en ésta le inmortalizó en un retrato natural. Incluye el artículo de Buero Vallejo: La mentira del arte proletario.


Entre las múltiples colaboraciones, con dibujos y textos, de Antonio Buero Vallejo en la <La voz de la Sanidad> y de la historia de la sanidad militar, encontramos referencias a cuadros de historia de la pintura, algunos ya mencionados, y otros claves como las estampas de Goya: <Los desastres de la guerra>, el nº 24 bajo el lema: "Aún podrán servir", sobre el que escribe el joven Buero: <Un grabado de sanitarios. ¿Para sanitarios también? Tenemos frente a nuestra vista uno de los aguafuertes de la serie "Los desastres de la guerra", de Goya. Francisco Goya vivió en nuestro suelo la guerra de la Independencia. En sus macabras escenas de lucha él recoge todo el horror y la barbarie de la invasión. No podía faltar entre ellas la faceta sanitaria, esa faceta eternamente triste de toda lucha>. Luego cita otra de las obras maestras de Francisco de Goya: <La familia de Carlos IV>.


Buero Vallejo, en su artículo, <Entre Goya y nosotros>, alude a otro grabado, "Curarlos, y a otra", y escribe en tono crítico: <En torno a este grabado se podía dar una larga lección de historia. Su contenido latente es inmenso: tanto, que apenas podremos hacer más que desflorar la superficie. Si el lector pertenece a esa clase de hombres que saben explorar los intersticios vivos que dejan entre sí los conceptos escritos, completará por su cuenta todo lo que le dejaremos por decir... "Curarlos, y a otra" ¿Eh? ¿Qué decís de esta frase amorfa y negativa sanitarios de hoy? ¿La encontraríais compatible con nuestra Sanidad, con nuestra guerra, con nuestra fe en los destinos humanos? (La voz de la Sanidad, nº 11,1937).

Grabado de Los desastres de la guerra, bajo el lema: "Curarlos, y a otra". Francisco de Goya. 1810.

Concluye Buero Vallejo: <Creemos iniciar así una labor sana contra tópicos que cada día debemos emplear menos, al mismo tiempo que le hacemos un favor a Goya. Pues su obra, compleja y variada, tiene fases enteras admirables, muchos más auténticamente nuestras que aquellas en que un socialismo no logrado, pobre y sin fuerzas, vocea demasiado ostensiblemente para encubrir la senectud de un pincel glorioso>.


En la época de madurez, Antonio Buero Vallejo dedica a Velázquez su obra,<Las Meninas> en 1960, y a Goya, <El sueño de la razón> en 1970. Respecto a <Las Meninas> nos dice Buero: <Probablemente, el más antiguo motivo que determina el nacimiento de mi obra <Las Meninas> es mi inicial y fallida vocación de pintor. Es difícil resignarse a su abandono y se intenta pintar de otra manera. Para ello, se elige el tema de Velázquez por ser pintor que me ha sobrecogido desde niño y que creo conocer bastante bien. Es, además, humanamente, figura que me obsesiona y que, a mi juicio, merece una reivindicación escénica, pues, contra los usuales tópicos de su adhesión a las instituciones vigentes, de sus vanidosos afanes de ennoblecimiento y de su vida supuestamente acomodaticia, los parcos datos de su biografía revelan a un hombre independiente, internamente desapegado, crítico, entero>. (Las Meninas ¿Es una obra necesaria? Tomo II, Obras completas citadas, pág. 425, sobre esta cuestión ver: Nota a Las Meninas, Sobre Las Meninas y Las Meninas y Surday.


Antonio Buero Vallejo escribe <Sobre El sueño de la razón>, (fantasía), con motivo del estreno de su obra en México, acerca de los años 70 cuando se estrenó en España: <Varios meses llevaba El sueño de la razón en la Censura sin otra respuesta que el silencio administrativo... cuando un inesperado cambio... autorizó el estreno(...) Tras recordar su itinerario por el mundo, prosigue: <Tan prolongado recorrido me anima a suponer que este <sueño> nacido de mi rebeldía frente a una situación opresora, mantiene cierta vigencia ante muy otros públicos y realidades(...). <El sueño de la razón produce monstruos> fue sentencia formulada por el propio Goya y es la mejor prueba de que su razón no se dejó devorar por la pesadilla. Sus Caprichos Y disparates, sus Pinturas Negras, son el reflejo punzante, en su alma irónica y atormentada, de la monstruosa realidad que culminó con la restauración absolutista de Fernando VII: un reflejo ensombrecido por la sordera, la ancianidad y la muerte cercana, que no apagarán, sin embargo, la última lucidez del genio ni su decisión de crear, pase lo que pase>. (II, O.C., págs. 533-34).


En <El sueño de la razón>, en la segunda parte, Antonio Buero Vallejo nombra varias pinturas y grabados de Goya, como Las Parcas, la Tauromaquia, y el dibujo de Los desastres de la guerra: Murió la verdad. Una crítica al absolutismo de Fernando VII.

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En definitiva creemos que el Museo del Prado dejó una huella indeleble en la obra de Antonio Buero Vallejo y, como bien estudia Ana María Leyra, profesora de Estética de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense (mi directora de tesis doctoral) en su espléndido artículo: <La salvación por el arte en la cultura española>. (Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset y Antonio Buero Vallejo), está vigente su valor en la cultura española y universal.

(De Cervantes a Dalí. Escritura, imagen y paranoia. Ana María Leyra. Editorial Fundamentos. Madrid. 2006). Mi tesis doctoral: Aproximación al teatro filosófico de Antonio Buero Vallejo).





Rendimos nuestro más cálido homenaje a María Isabel de Braganza la fundadora del Museo del Prado con motivo de su Bicentenario 1819-2019, y como muestra de agradecimiento a toda las personas que han contribuido con su trabajo a su esplendor.












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