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  • José María Callejas Berdonés

<Educar en la esperanza, condición de la libertad>. Filosofía de la Educación Hoy. Entorno filosófico y contexto pedagógico. Actas Congreso Internacional. Comunicación. José Mª Callejas Berdonés.1988.

<Se escribe porque se espera, pese a toda duda. Pese a toda duda, creo y espero en el hombre, como espero y creo en otras cosas, en la verdad, en la belleza, en la rectitud, y en la libertad>. Antonio Buero Vallejo.


1.- Introducción.

En la presente comunicación vamos a esbozar unas reflexiones filosóficas sobre la urgencia para el educador de hoy, sea quien sea, profesores, maestros, padres, etcétera, de educar en la esperanza. La filosofía auténtica -compartiendo la de idea de Gabriel Marcel- es la experiencia trasmutada en pensamiento. Pues bien, la filosofía de la esperanza que cada persona debe madurar en su vida hoy se ha convertido en una de las cuestiones vitales de la reflexión filosófica contemporánea, desde Kant, Marx, Unamuno, Bloch, Heidegger, Marcel; y actualmente, Paul Ricoeur desarrolla una filosofía de la esperanza como estructura de la libertad, como afirmación del ser, de la subjetividad, como condición de la persona humana. La esperanza también ha sido un problema y un misterio desde la mitología griega hasta nuestros días, el judaísmo y el cristianismo han mantenido viva la antorcha de la esperanza en el hombre.


¿Cuál es la experiencia vital de la esperanza en la sociedad actual?, ¿diferencia el hombre moderno entre deseo y esperanza?, ¿ cuál es la esfera interna del hombre propia de la esperanza, el sentimiento, el afecto, esto es la voluntad, o lo es también a su manera la inteligencia cuando diseña utopías?, ¿qué papel juega la imaginación y la creatividad en la esperanza como condición de posibilidad del ejercicio efectivo de la libertad?, ¿es la esperanza un reto estrictamente personal, en el marco del yo y sus circunstancias concretas?, ¿educamos en la esperanza verdaderamente?


Este conjunto de interrogantes podría ampliarse evidentemente, pero pueden ser suficientes para que los educadores nos plateemos con rigor intelectual y no menor en el interior de nuestra conciencia moral: ¿esperamos en nosotros mismos?; ¿es suficiente para el hombre esperar sólo en sí mismo, o su ser personal le exige completar su realidad con otras realidades? Las consecuencias para la educación actual del problema y del misterio de la esperanza son importantísimas en la formación humanística de la juventud.


La esperanza está más allá del optimismo y del pesimismo, no se identifica nunca con la seguridad, es gemela del riesgo, es amiga de la creatividad y de la libertad como expresión de la aventura de la vida. La educación de la persona exige el valor de la esperanza en todas sus dimensiones, es una exigencia de todo enfoque integrador del ser.


Por último, la esperanza es el llegar a ser de la posibilidad real de la metafísica de libertad, de inmortalidad y de Dios como Amor.


2.- Algunos hitos en la historia de la esperanza.


En la mitología de Grecia nos encontramos que Pandora es la primera mujer creada por los dioses; Zeus en sus luchas con Prometeo decide enviar a Pandora, bella, elocuente, con un cofre de regalo; Prometeo no se fía y le manda con su hermano Epimeteo, la sorpresa del contenido no se esperaba de otro modo: todos los males salieron del mismo, enfermedades, muerte, sólo quedó dentro, la esperanza. Todo un símbolo del valor de la esperanza como posibilidad de siempre nueva.


En la tragedia de Sófocles, Antígona dice: <No he nacido para compartir el odio sino el amor>, cuando estaba condenada a muerte por Creonte y no cede Antígona ante el castigo mortal por ser fiel a su conciencia y honrar a su hermano Polinices; en la despedida dice: <Pero, una vez emprendida la marcha, grande es mi esperanza de que a mi llegada tendré el amor de mi padre, y tu amor también madre, y el tuyo, hermano mío>. El amor va unido siempre a la esperanza y a la libertad.


Platón, que define al filósofo como <hombre de dulce esperanza>, relaciona este valor con el de la justicia. Tanto la mitología, la poesía trágica, o la filosofía de Platón, constituyen, no se olvide, grandes hitos de la historia de la esperanza en el sentido que nosotros lo exponemos: valorando su proyección concreta en su espacio y su tiempo -y en el nuestro- en los ideales educativos que conforman la acción pedagógica vivida por los maestros del pueblo griego. Pues bien, dice Platón:


<El que en efecto averigua las muchas faltas que ha cometido en su vida, al igual que los niños, se despierta con frecuencia lleno de miedo y vive así completamente desesperado. El que, en cambio, no se siente culpable de ninguna injusticia, disfruta siempre consigo de una dulce esperanza, incomparable "nodriza de la vejez"(Píndaro)>.(1).Platón, Obras Completas, La República, L.I, c. V, 331d, pág. 667. Ediciones Aguilar.

La sociedad platónica está abierta a la esperanza. Toda su filosofía, su antropología, ética o educación proyectan un alto ideal del hombre y de la mujer -no olvidemos la referencia la referencia del libro VII de La República-; las enseñanzas van orientadas a la persona, si muestra cualidades naturales. Es el Platón místico desconocido para muchos que sólo vieron en él una filosofía de las Ideas, en sentido racionalista moderno, no advirtieron la huella del alma de la inmortalidad; es el eros de la espera (elpis) que implica temores, desesperaciones, pero que se fundamente en la en la esperanza, como dice Bollnow, "la estofa de nuestra alma".


2.1. El pensamiento religioso aporta numerosas experiencias en todos los sentidos, respecto al hombre y a Dios, en torno a la esperanza; sólo una referencia al concepto de verdad hebreo, emunah, que significa lo que será, algo que se espera, así sea, es la verdad -como dice Julián Marías- como profecía, se relaciona con la esperanza.


La riqueza de contenidos de la esperanza en el cristianismo tiene como fundamento: la Resurrección de Cristo, es la alegría de nuestra esperanza, como dice san Pablo. La tradición de los filósofos cristianos, san Agustín y santo Tomás, es amplia en este sentido, una referencia de este último nos parece interesante:

<Tienen los jóvenes mucho futuro y poco pretérito; y, como la memoria es de lo pretérito y la esperanza de lo futuro, serán escasas sus memorias y vivirán mucho en la esperanza>. (2). Pedro Laín Entralgo, La espera y la esperanza. Alianza, Madrid, 1984, pág. 94. (Excelente trabajo sobre la esperanza).

La voluntad sería para santo Tomás el sujeto de la esperanza, para nosotros sería la persona en cuanto tal, en toda su integridad, la esperanza la consideramos como un valor holístico de la educación. Como última idea viva del cristianismo, nos dice san Pedro: <hallaos siempre dispuestos a dar satisfacción a cualquiera que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros>.


La esperanza siempre ha sido uno de los valores más importantes de la cultura hispánica, soñadora y aventurera de la imaginación, expresión de la pasión por la vida; como decía Nietzsche, "lo propio de los españoles es que han deseado demasiado". Antes de entrar a esbozar algunas reflexiones personales a través de un diálogo con los textos de los grandes autores que nos abren horizontes, hay que hacer una referencia a nuestro humanismo renacentista más rico de lo que muchas veces pensamos. Cervantes en Don Quijote toca con su pluma el tema vivo de la esperanza, pero en una perspectiva radical: en contraposición al mero deseo. La distinción me parece fundamental para el hombre moderno. El relato comienza en el cap. XII contado por un cabrero a Don Quijote, la relación de Grisóstomo, pastor, con Marcela, pastora bella y nacida libre; él murió de amores, consumido por el deseo, ella no le dio ninguna esperanza de amor, porque no le quería de verdad; la gente culpa a la pastora de la muerte de la joven, ella contesta que los deseos del joven no se sustentan en esperanzas, por lo que ella no es responsable de su muerte. El deseo surge de la subjetividad, la esperanza necesita además de una realidad distinta del sujeto que la fundamenta.


2.2. La esperanza moderna se disfraza en muchas ocasiones de mero deseo. A ello a contribuido ciertas interpretaciones de las posibilidades de la ciencia moderna, pensando ingenuamente que la técnica derivada de la investigación científica iba a dar solución al hombre en sus radicales necesidades. La frustración contemporánea ante la caída del mito del eterno progreso, sucedió por confundir -es una tesis que estoy madurando actualmente en mis estudios sobre la esperanza- deseo con esperanza. La ciencia puede satisfacer muchos deseos y pocas esperanzas, porque el ámbito de la esperanza pertenece a un nivel de la realidad no meramente físico -aunque parcialmente sí-, y los deseos si no se sustentan en esperanzas, llevan a la desesperación, a la angustia y a la violencia. es urgente para la tecnología, y para la investigación científica actual, una ética de la esperanza, y no sólo del deseo. Una de las soluciones es cambiar las actitudes ante la vida, ante los valores, y otra los métodos, que ha de ser adecuados a las realidad que tratan de comprender. Las consecuencias para la educación son evidentes. Educar en la esperanza conlleva esta diferencia genial de Cervantes, los jóvenes son muchas veces esclavos del deseo -y los adultos igual-, cifrando en posesiones y valores materiales solamente sus horizontes, sin ninguna esperanza en su libertad, sino que están a la espera de buscar un sitio sin más, el que sea, no el suyo; como dice Don Quijote: <Más vale buena esperanza que ruin posesión>.


La ciencia moderna perdió su horizonte de sentido trascendente con el que fue creada por Copérnico, Kepler, Galileo, Newton. La Ilustración, con el mito de la razón y el progreso, aplicó el método de las ciencias de la naturaleza fuera de su ámbito. La extrapolación se consumó en el XIX, Darwin, Marx, Wundt. Las llamadas ciencias humanas deben esclarecer el concepto y modelo operativo de "ciencia"; el llamado método experimental de conocimiento humano muchas veces asfixia la esperanza. Kant, cuyo pensamiento sigue vigente en muchos sentidos, vislumbró en el corazón del hombre la esperanza, ¿qué puedo yo esperar? Además de conocer lo que debo hacer, lo último y radical es: esperar. El profesor Navarro Cordón, en el homenaje -en la Universidad Complutense- a P. Ricoeur, insistió certeramente en el carácter de postulado de la esperanza, como estructura de la libertad -postulado de la razón práctica-, como obertura del espacio de posibilidades de la libertad. De nuevo aparece unidad a la esperanza la categoría de posibilidad; nosotros creemos que hay que unir a su vez la de creatividad. Las consecuencias educativas son evidentes.


3.- La sociedad actual y la educación en la esperanza.

<Esperar no significa tener cuantas esperanzas se quieran, sino estar abierto, expectante... En este sentido, la esperanza no es algo que unos poseen y otros no, sino una situación fundamental o el más importante constitutivo de la existencia humana>. J. Moltmann.

Brevemente hemos esbozado algunas ideas claves de hitos significativos en la historia de la esperanza. Su relación con la educación poco a poco va siendo tejida por el lector en función de su perspectiva personal. Mi insistencia es mayor por el lado de la esperanza, dado que creo que es una semilla nueva de un fruto viejo, que tratamos hoy en día de hacerla brotar en una sociedad que desea muchas cosas, pero pocas esperanzas, de ahí su violencia radical, porque el hombre no puede vivir sin esperanza, y menos el educador, que convive diariamente con el joven que está en edad de soñar, pero en el buen sentido. Como diría Bloch, son los sueños diurnos lo que en sus múltiples formas de utopías concretas mueven el corazón del hombre, superando la acepción de sueño de Freud, como mera realización de deseo. (3). E. Bloch, El principio esperanza. Aguilar, Madrid, 1977, tomo I. (El mejor tratado marxista escrito en el siglo XX, pero es un aportación importantísima a la historia de la esperanza).


Toda persona necesita un modelo de hombre, un sueño diurno consciente hacia donde orientar su proceso de ser, el llegar a ser lo que uno mismo quiere ser, pero necesita modelos donde contrastar su realidad, siempre inacabada. Relacionando Ernst Bloch utopía y educación dice:

<Esta es, a la vez, la única forma de utopía de la que puede decirse que es utópica en el buen sentido, o, lo que es lo mismo, una educación que comprende y aprende lo viejo desde lo nuevo, y no al revés, y que no lleva a lo agostado o impedido conscientemente la estructura canónica del querer y del saber. Aquí surge el paso erguido, el ser uno mismo en el ser común, y tanto los escolares como los maestros viven hacia adelante, en fronteras que avanzan constantemente. Viven allí donde el objetivo mismo es joven, hacía allí donde el que aprende se hace lúcido y llega a su forma>. (4). Ídem, págs. 14-15. (El hogar y la escuela inician). Para Bloch: <la esperanza, este anti-afecto de la espera frente al miedo y el temor, es, por eso, el más humano de todos los movimientos del ánimo... La esperanza se corresponde a aquel apetito en el ánimo que el sujeto no sólo posee, sino que en él consiste esencialmente, como ser insatisfecho>. Tomo I, pág. 61.

La esperanza debe configurar cualquier modelo educativo que se digne de prometer una calidad de la enseñanza, pero si en la comunidad educativa donde se promete no se vive la esperanza, y no hay alegría, ni entusiasmo, no hay sencillamente educación de la persona.

"Ver lo viejo desde lo nuevo", este lema de Bloch debería guiar las formas utópicas de la educación creativa. Aunque el contenido pueda variar, dada la visión materialista del mismo, pero la intuición metafísica y antropológica bien puede fundamentar algunos modelos didácticos que orienten procesos de aprendizaje de la persona en su integridad. Los sueños diurnos de Bloch son una forma genial de abrir caminos a la creatividad a los jóvenes en el marco de una cultura nueva, que implica un sujeto nuevo, y no sólo lo que pretenden los sistemas educativos contemporáneos, que es formar prioritariamente las capacidades intelectuales, técnico-prácticas, es decir, el pragmatismo de la sociedad tecnológica, ciega por satisfacer deseo, y pobre en esperanza; de ahí el reduccionismo antropológico que reina en todas las políticas economicistas, e incluso se está observando en todo el mundo la prioridad de las técnicas en general frente a las humanidades, que llenan de sentido al hombre. (Piensen los lectores que esta comunicación está escrita en 1988, yo no me podía imaginar la revolución actual del mundo digital).


Unamuno, uno de nuestros más ilustres humanistas, considera que "al amor a los niños se reduce la pedagogía"; creo que es un valor fundamental en la formación de una persona, y la esperanza es hermana gemela del amor. Veamos un texto de Marcel, que bien podría conformar el clima educativo en el aula en la que se desarrolla la libertad a través del amor y la esperanza: <La esperanza se nos presenta como imantada por el amor, o, quizás más exactamente, por un conjunto de imágenes que ese amor conjura e irradia>. (5). Aduriz, Joaquín: Gabriel Marcel: El existencialismo de la esperanza. Madrid. Espasa-Calpe,1949. (La Universidad Complutense acaba de editar la tesis doctoral de José Luis Cañas Fernández sobre G. Marcel, con documentación al día). La estructura profunda de la persona humana necesita del amor para potenciarse y tener fuerzas para vivir en la esperanza. Un aula donde no se vive algún clima de utopía, de confianza básica (6), es, psicosomáticamente, podríamos decir que imposible un aprendizaje real de valores humanísticos, no habría caldo de cultivo para la imaginación creadora. La educación debe orientarse a la autorrealización de la persona, como dice A. Maslow, en una integración de sus necesidades. (6). Juan Rof Carballo: Familia y calidad de vida. Madrid. Editorial Medio Ambiente. Rof Carballo a la confianza básica, función de la urdimbre afectiva, le denomina generalmente como "esperanza fundamental o substrato biológico de la esperanza".


4.- Conclusiones.

<Vive y actúa como si de tu esfuerzo dependiese que ser realice lo que esperas o desearías esperar>. Esta formulación del principio esperanza de Pedro Laín Entralgo, bien puede ser un lema educativo para la esperanza. Del <Conócete a tí mismo> de Sócrates podríamos decirnos hoy los educadores a nosotros mismos y a los jóvenes que tratamos de educar: espera en tí mismo. Esa confianza básica que da la esperanza va más allá del optimismo psicológico, se enraíza en el ámbito de la metafísica. Ortega y Gasset fundó en 1948 el Instituto de Humanidades; en El hombre y la gente, en el capítulo "La vida personal", escribe:

<Piénsese en la honda cuestión que enuncia el giro, "hacer tiempo"; por tanto, nada menos que el esperar, la expectación, y la esperanza. Está por realizar una fenomenología de la esperanza... ¿Es posible -literal y formalmente posible- un humano (existir) vivir que no sea esperar? ¿No es la función primaria y más esencial de la vida la expectativa, su más visceral órgano la esperanza? Como se ve el tema es enorme>.

La educación en la esperanza es el valor fundamental de toda la educación que quiera tener un futuro creador.

Nuestras reflexiones filosóficas, en un diálogo con los textos vivos de hombres que como nosotros vivieron en la esperanza, pretenden una invitación a cada educador a la revisión crítica de la esperanza como personas. Las inmensas posibilidades reales de desarrollo efectivo de la libertad en cualquier sistema educativo estarán en función de la influencia que genere la esperanza activa en el amor; ni las instituciones administrativas ni el aparato del Estado no lo conseguirán por principio, al menos, los hombres concretos sí. España se ha caracterizado por ser un pueblo que ha vivido en la esperanza en sus múltiples formas. Las referencias históricas de Laín Entralgo en su obra a este tema son interesantes. Américo Castro, entre otros, lo estudió bien. Yo quisiera acabar con un texto vivo de Cervantes en El Quijote (I, cap. XXI):

<Paréceme, Sancho que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de la ciencias todas, especialmente aquel que dice: "Donde una puerta se cierra, otra se abre">.

A pesar de la situación tan crítica que atraviesa nuestro sistema educativo, que parece que todas las puertas se cierran, yo me pregunto a mí mismo, ¿vivo la esperanza? Mi respuesta está en los trabajos que cada día desarrollo con los alumnos en las aulas, sobre todo el teatro como metodología de formación de valores filosóficos, entre los que se encuentra la esperanza como libertad. Pero este tema hoy nos desborda en la presente comunicación. Lector ¿vives la esperanza?: a partir de tu respuesta podrás educar en la esperanza.


5.- Documentación y bibliografía sobre la esperanza.


-Alfaro, Juan: Esperanza marxista y esperanza cristiana. Antropología y Teología. Madrid. CSIC. 1978.


-Bloch, Ernst: El principio esperanza. Madrid. Aguilar Ediciones. (Biblioteca Filosófica). Madrid. 1977. Tres tomos. En favor de Bloch, Gómez Caffarena y otros, artículo inédito de Bloch, "El hombre del realismo utópico". Editorial Taurus. Sobre el autor otra obra de consulta es el trabajo de Ureña Pastor, Ernst Bloch. ¿Un futuro sin Dios? Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, 1986.


-Bollnow, O. F.: Filosofía de la esperanza. Revista Humanitas, número 10. 1955.

-Cañas, José Luis: Metodología de lo trascendente en Gabriel Marcel. Madrid. (Tesis doctoral). 1988.


-Cervantes, Miguel de: Don Quijote de la Mancha. Espasa-Calpe. C. Austral. Madrid. 1986.


-Fromm, Erich: La revolución de la esperanza. México. Fondo de Cultura Económica. 1980.


Jaeger, Werner: Paideia. Los ideales de la cultura griega. FCE. México. 1980.


-Laín Entralgo, Pedro: La espera y la esperanza. Alianza Universidad. Madrid. 1984. (Obra indispensable sobre el tema, magistral). Del mismo autor, "Vivir en el futuro", artículo en El País. (4-XI-1986).


-Marcel, Gabriel: Filosofía concreta. Madrid. Revista de Occidente. 1959. Del mismo autor: -Aproximación al misterio del ser. Traducción de J. L. Cañas (relación con la filosofía de la esperanza). Ediciones Encuentro. Madrid. 1987. Sobre este autor: -Marcel Gabriel. El existencialismo de la esperanza. Joaquín Aduriz S.J. Espasa-Calpe. Madrid. 1949.


-Moltmann, J.: Teología de la esperanza. Salamanca. Ediciones Sígueme. 1968.


-Platón. Obras Completas. Ediciones Aguilar. Madrid. 1967.


-Suchodolski Bogdan, <La pedagogía de la esperanza; hacia un nuevo humanismo educativo>, I Seminario Internacional de Prospectiva Educativa. Colegio de Doctores y Licenciados de Madrid.


-Rof Carballo, Juan: Familia y calidad de vida. Nuevas orientaciones. Conferencias y Coloquios de las Primeras Jornadas Científico-Humanistas. La calidad de la vida en el proceso de humanización. CEOTMA. ASELCA-ASITEMA. Madrid-1981.


-Urdánoz, Teófilo: <Para una filosofía y una teoría de la esperanza>. Ciencia Tomista, número 264. 1957.


Documentos especiales: Juventud, conflictos y esperanzas. Materiales y documentación del Consejo de Cultura de la Institución Teresiana (Padre Poveda).


PD: En la comunicación -actualizada en formato digital- he suprimido alguna errata del texto de imprenta y he cambiado algunas frases en mayúsculas por negrita que faciliten la lectura. La comunicación es del volumen II de la edición de Universidad Nacional de Educación a Distancia.





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